EJE 2: Estrago Materno
Argumento.
Investigaremos el concepto de estrago materno sabiendo que, desde los inicios del psicoanálisis, Freud constata un vínculo de odio particularmente fuerte en la relación de la niña con la madre que toma el lugar de un amor igualmente intenso, amor que ha precedido al Edipo y cuyo desenlace tiene un resto, que toma la forma de penisneid; punto de detención de todo análisis femenino.
Lacan va más allá y retoma, a lo largo de su enseñanza, esa ligazón-madre definiéndola como estrago. ¿Qué espera una hija de su madre?
Desde sus primeros seminarios, ubica el deseo de la madre en tanto presencia angustiante de un deseo enigmático que coloca al niño en una situación difícil, en tanto aparece sujetado a "la ley incontrolada de la madre", al "capricho", hasta llegar a decir en el Seminario 17 que "ese deseo siempre produce estragos… es estar dentro de la boca de un cocodrilo, eso es la madre".
Freud, S. (1915) 'Un caso de paranoia que contradice la teoría psicoanalítica', Obras Completas. Volumen XIV. Buenos Aires: Amorrortu Editores.
p. 267.
Cuando la madre inhibe o pone en suspenso la afirmación sexual de la hija, cumple una función normal que está prefigurada por vínculos de la infancia, posee poderosas motivaciones inconscientes y ha recibido la sanción de la sociedad. Es asunto de la hija desasirse de esta influencia y decidirse, sobre la base de una motivación racional más amplia, por cierto grado de permisión o de denegación del goce sexual. Si en el intento de alcanzar esa liberación contrae una neurosis, ello se debe a la preexistencia de un complejo materno por regla general hiperintenso, y ciertamente no dominado, cuyo conflicto con la nueva corriente libidinosa se zanja, según sea la disposición aplicable, en la forma de tal o cual neurosis.
Freud, S. (1915) 'Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo psicoanalítico', Obras completas. Volumen XIV. Buenos Aires: Amorrortu Editores.
p. 322.
No queremos abandonar las «excepciones» sin apuntar que la pretensión de las mujeres a ciertas prerrogativas y dispensas de tantas coerciones de la vida descansa en el mismo fundamento. Como lo averiguamos por el trabajo psicoanalítico, las mujeres se consideran dañadas en la infancia, cercenadas de un pedazo y humilladas sin su culpa, y el encono de tantas hijas contra su madre tiene por raíz última el reproche de haberlas traído al mundo como mujeres y no como varones.
Freud, S. (1916) '13ª Conferencia. Rasgos arcaicos e infantilismo del sueño', Obras Completas. Volumen XV. Buenos Aires: Amorrortu editores.
p. 188.
La hija encuentra en la madre la autoridad que cercena su voluntad y la persona a quien se ha confiado la misión de imponerle esa renuncia a la libertad sexual que la sociedad exige; en ciertos casos, también la competidora que se resiste a ser suplantada. {Verdrangung}.
p. 193.
Si la niña pequeña persevera en su primer deseo de convertirse en un «varón», en el caso extremo terminará como una homosexual manifiesta; de lo contrario, expresará en su posterior conducta de vida unos acusados rasgos masculinos, escogerá una profesión masculina, etc. El otro camino pasa por el desasimiento de la madre amada, a quien la hija, bajo el influjo de la envidia del pene, no puede perdonar que la haya echado al mundo tan defectuosamente dotada. En la inquina por ello, resigna a la madre y la sustituye por otra persona como objeto de amor: el padre. Cuando uno ha perdido un objeto de amor, la reacción inmediata es identificarse con él, sustituirlo mediante una identificación desde adentro, por así decir. Este mecanismo acude aquí en socorro de la niña pequeña. La identificación madre puede relevar ahora a la ligazón-madre. La hijita se pone en el lugar de la madre, tal como siempre lo ha hecho en sus juegos; quiere sustituirla al lado del padre, y ahora odia a la madre antes amada, con una motivación doble: por celos y por mortificación a causa del pene denegado.
pp. 193-194.
Es interesante que en la mujer la relación entre complejo de Edipo y complejo de castración se plasme de manera tan diversa, y aun contrapuesta, que en el varón. En este, según hemos averiguado, la amenaza de castración pone fin al complejo de Edipo; y en el caso de la mujer nos enteramos de que ella, al contrario, es esforzada hacia su complejo de Edipo por el efecto de la falta de pene. Para la mujer conlleva mínimos daños permanecer en su postura edípica femenina (se ha propuesto, para designarla, el nombre de «complejo de Electra»). Escogerá a su marido por cualidades paternas y estará dispuesta a reconocer su autoridad. Su añoranza de poseer un pene, añoranza en verdad insaciable, puede llegar a satisfacerse si ella consigue totalizar {vervollstandigen) el amor por el órgano como amor por el portador de este, como en su tiempo aconteció con el progreso del pecho materno a la persona de la madre.
Lacan, J. (2012). Alocución sobe la psicosis del niño en Otros escritos, Buenos Aires: Paidós
p.387.
"Hacen falta muchos estragos ejercidos por el significante para que sea cuestión de realidad.
A estos estragos hay que captarlos muy atemperados en el estatuto del fantasma, a falta de lo cual el criterio adoptado de adaptación a las instituciones humanas vuelve a la pedagogía"
Lacan, J. (2012). 'El atolondradicho', Otros escritos, Buenos Aires: Paidós.
p.489.
"… la elucubración freudiana del complejo de Edipo, que hace de la mujer pez en el agua, por ser la castración en ella inicial (Freud dixit), contrasta dolorosamente con el hecho del estrago que en la mujer, en la mayoría, es la relación con la madre, de la cual parece esperar como mujer más sustancia que de su padre –lo que no va con su ser segundo en ese estrago."
Lacan, J. (2004). El Seminario, Libro 3, Las Psicosis. Buenos Aires: Paidós.
p.286.
"Hay un viraje de significaciones, cambio del sentimiento común, de las relaciones socialmente condicionadas, pero hay también todo tipo de fenómenos, llamados reveladores, que puede aparecer de un modo asaz perturbador como para los términos que utilizamos para la psicosis no sean en absoluto apropiados allí. La aparición de una nueva estructura en las relaciones entre los significantes de base, la creación de un nuevo término en el orden significante, tiene un carácter devastador"
Lacan, J. (2011). El Seminario, Libro 5, Las formaciones del Inconsciente. Buenos Aires: Paidós.
p. 212.
"La madre es una mujer a la que suponemos ya en la plenitud de sus capacidades de voracidad femenina..."
Lacan, J. (2004). El Seminario Libro 17, El Reverso del Psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós.
p.118.
"El papel de la madre es el deseo de la madre. Esto es capital. El deseo de la madre no es algo que pueda soportarse tal cual, que pueda resultarles indiferente. Siempre produce estragos. Es estar dentro de la boca de un cocodrilo, eso es la madre. No se sabe qué mosca puede llegar a picarle de repente y va y cierra la boca. Eso es el deseo de la madre."
Lacan, J. (2006). El Seminario, Libro 23, El sinthome. Buenos Aires: Paidós.
p.99
"Me he permitido afirmar que el sinthome es precisamente el sexo al que no pertenezco, es decir, una mujer. Si una mujer es un sinthome para todo hombre, es completamente claro que hay necesidad de encontrar otro nombre para lo que es el hombre para una mujer, puesto que el sinthome se caracteriza justamente por la no equivalencia.
Puede decirse que el hombre es para la mujer todo lo que les guste, a saber, una aflicción peor que un sinthome. Pueden articularlo como les convenga. Incluso es un estrago."
Lacan, J. Seminario 24, Clase del 16 de noviembre de 1976, Inédito.
"Como, a pesar de que me esfuerzo en ello, es un hecho que no soy mujer, no sé qué es lo que una mujer conoce de un hombre. Es muy posible que eso vaya muy lejos, pero no puede ir sin embargo hasta que la mujer cree al hombre. Ni siquiera cuando se trata de sus hijos. Se trata ahí de un parasitismo — en el útero de la mujer, el niño es parásito, todo lo indica, hasta el hecho de que algo puede andar muy mal entre ese parásito y ese vientre."
Miller, J-A. (2011). Donc. La lógica de la cura, (pp.213-232), Buenos Aires: Paidós.
p.267.
"(….) A este respecto, el rechazo inconsciente de la maternidad puede colocarse en el registro de los estragos de la relación madre – hija, en los que la madre como Otro todopoderoso de la demanda, es considerada responsable de lo que le falta a la hija, en los que se la tiene como el agente primordial de la castración de esta, precisamente por encarnar la omnipotencia suscitada por la demanda misma."
Miller, J-A. (2005) "El niño, entre la mujer y la madre", Virtualia, 13.
"El ejemplo de Lacan es el síntoma somático. Y muestra que, en primer lugar, el síntoma somático del niño alimenta en la madre neurótica el motivo de la culpabilidad; que, en segundo lugar, la perversión que quizás marque su deseo se traduce en la fetichización del síntoma infantil; y, en tercer lugar, que en los casos de psicosis de la madre, se ve como el síntoma somático del niño encarna su forclusión." (Pasarla a la locura materna)
Miller, J-A. (2005) De la naturaleza de los semblantes, Buenos Aires: Paidós.
pp. 82-83.
"La castración es lo que calza el goce. Gracias a este calzado se logra bailar más o menos con el goce (…) Contradiciendo a Freud, Lacan observa que cuando este plantea en su lógica que la mujer ya estaría al comienzo beneficiada por la castración (…) debería seguirse que ella está bien en la castración, debería ser la dicha en la castración. Pero Lacan nota que el sujeto femenino está mal en ese lugar, ya que se ve llevado a varear [auner] (…) su vaina, este órgano, con lo que calza la castración, cosa que no conviene especialmente. Y pueden notarse las dificultades, los estragos de la relación con la madre, a la que se le imputa ser agente de esta castración".
Miller, J-A. (2008) El partenaire-síntoma. Buenos Aires: Paidós
pp. 296-297.
"(…) los modos de gozar propios al ser masculino y al ser femenino (…) inscribiría a la izquierda el síntoma y a la derecha el estrago (…) estrago (…) es la otra cara del amor. El estrago y el amor tienen el mismo principio, a saber, A mayúscula tachada, el no-todo en el sentido del sin límite (…). El término estrago [ravage] del lado de la mujer está muy bien elegido. Lacan lo emplea (…) cuando habla del estrago de la relación madre-hija, siempre del lado mujer."
Brousse, Marie-Hélène. (2017). Una dificultad en el análisis de las mujeres: el estrago de la relación con la madre. Ética & Cine | Vol. 7 | No. 2 | pp. 29-35
http://journal.eticaycine.org/IMG/pdf/JEyC_Julio_2017_06_Brousse_Una_dificultad.pdf
"La zona del estrago es también un lugar electivo de vacilación de los semblantes, lo que en sí mismo constituye un problema clínico. El "estrago" del sujeto femenino, que Lacan menciona en El atolondradicho "El estrago que constituye para la mujer la relación con la madre" (Lacan, 2012, pág. 489), se presenta en el análisis articulado con el amor de trasferencia."
"Tanto para Freud como para Lacan, se trata de un modelo que recibe valores singulares según la historia del sujeto. Pero en todos los casos la relación madre hija se centra en la reivindicación fálica."
"En esta perspectiva, ¿qué es el estrago? La madre queda como el Otro no tocado por el intercambio fálico y la ley simbólica, ella permanece como el objeto único del hijo. Una respuesta es ser el fetiche de la madre. Pero este fetiche es siempre superpuesto que el Otro traumático (es decir, el Otro de la satisfacción sexual) está completo. Otra respuesta consiste en arrancar a la madre lo que de todas maneras no entrará en el intercambio que no hay, y que, en tanto que arrancado, se convierte en un desecho."
"El estrago se sitúa en el campo de la relación entre el sujeto y la madre, incluyendo al Otro del lenguaje y la relación de la palabra. Este campo nombrado por Lacan "deseo de la madre", a entender según las dos modalidades del genitivo francés, comporta una zona oscura, no saturada por el Nombre del Padre, y como tal sin límite de nido."
"Contrariamente a la solución astucia, la elección del estrago ataca el valor fálico que el objeto tiene para el sujeto, y funciona disociando los objetos a de su valor fálico. Es entonces una mortificación del falo, en la cual el imperativo superyoico de goce acaba con el deseo y su causa."
Otros autores
Laurent D. (2005). El analista mujer, Buenos Aires: Tres Haches.
p. 21.
"En esta relación al Otro barrado, al no-todo, al sin límite que puede encarnar el hombre, hay para la mujer un cursor que puede desplazarse del estrago al arrebato e inversamente".
Solano E. (2003) "Dolor de la Feminidad: entre el ser y la existencia", en Clínica lacaniana, Bs. As: Tres Haches.
pp. 49 y 50.
"El estrago caracteriza la relación de una mujer con su madre, tal como Lacan lo señala en un texto que se llama "El Atolondradicho". Lacan afirma que es la niña o la mujer las que parecen esperar de la madre más subsistencia que de su padre (…) En "El Atolondradicho", Lacan presenta las fuentes lógicas de la desmesura de la espera femenina respecto de la madre. Esta desmesura se encuentra correlacionada al real de la posición femenina- en el sentido de real como siendo del orden de lo imposible, lo imposible como 'lo que no cesa de no escribirse'. La demanda desmesurada de las mujeres proviene de lo que no cesa de no escribirse para ellas".
Lo que una madre transmite como mujer
por Silvia Elena Tendlarz
[*]
"¿Qué fue para ese niño su madre...?, se pregunta Lacan en relación a Gide, y añade las distintas modalidades de amar sobremanera al hijo. El niño-falo André se incluye en la perversión. El niño-fetiche Hans recurre a su fobia para producir la mediación que falta. El niño-cómplice en la destrucción del deseo construye su obsesión. En cada uno de estos casos la posición de una mujer respecto a la falta determina su modo de amar y su transmisión de la castración. Así, la "coyuntura dramática" en la que se incluye la maternidad en cada mujer, las particularidades de su historia, intervienen en su transmisión de la falta y en su incidencia en la subjetividad del niño."
COMISIÓN CIENTÍFICA
María Hortensia Cárdenas, Ana Viganó, Gloria González y Marcela Almanza
COMISIÓN DE PÁGINA WEB
Susana Dicker y Carolina Puchet (Coordinadoras), Heidi Gehler y Joaquín Carrasco