19 AL 21 DE OCTUBRE DE 2018
X JORNADAS DE LA NEL
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Entrevista a Miquel Bassols

Por Gloria González

Miquel BassolsGloria González: El tema que se enuncia como ¿Qué madres…hoy? Vicisitudes en la experiencia analítica, contiene en la pregunta inicial un equívoco que remite tanto a las condiciones en las que se inscribe la maternidad en nuestro tiempo, como a la experiencia subjetiva de ser una madre y la forma en la que cada mujer podría asumirla. ¿Qué ecos tiene para Ud. esta formulación?

Miquel Bassols: Además del interesante equívoco, qué madres hoy y qué madre soy, que da ya el tono de lo que van a ser estas jornadas en las dos vertientes, la actualidad de la maternidad, pero también la singularidad de cada sujeto con respecto a la maternidad, encontramos en el título un término que me parece importante subrayar que es el "qué", no es un quién, es un qué, que apunta a la singularidad del objeto. Qué cosa (objeto) está en juego en las diferentes figuras y singularidades de ser madre en la actualidad, y creo que es una buena manera de abordar la cuestión, del lado del objeto y de la división que produce en el sujeto.

No es un quién es madre, Freud decía que a diferencia del padre que es incierto, la madre es siempre cierta, hoy no podemos seguir sosteniendo esta idea, porque ya la madre está marcada también por esa incerteza, pues el quién no es tan claro, pero con ese qué interrogamos qué cosa se pone en juego en la maternidad del lado del objeto. Se abre un abanico importante para estudiar clínicamente, desde el falo en lo simbólico, que regula la función materna, encarnando en el hijo ese falo imaginario-simbólico, hasta el otro extremo donde nos encontramos con lo que Lacan llamaba la realización del fantasma materno, donde el niño puede llegar a encarnar, en la realidad, ese fantasma.

Tenemos entonces todas las formas en las que se simboliza el falo en el hijo, hasta las realizaciones del fantasma en ese hijo, y en esa serie de posiciones de la madre encontramos el niño como síntoma de la pareja parental, pero también todo lo que es la clínica de la psicosis cuando el niño puede venir a encarnar incluso el objeto de goce más directamente, lo que ya toca un punto que seguramente vamos a explorar más en estas jornadas de la NEL, la maternidad más allá de la ecuación niño = falo, qué hay del goce femenino en la maternidad. Eso quiere decir que esta ecuación clásica no agota el campo de la maternidad, en primer lugar, porque la verdadera ecuación, como lo señaló Lacan a propósito de un artículo de Fenichel: "La ecuación simbólica muchacha igual falo", la verdadera ecuación es niña = falo, porque si ponemos al niño en esa ecuación, le sobra su propio pene, pues para que el cuerpo sea falicizado, debe ser un cuerpo al que le falte el apéndice fálico y ahí es donde vemos que la ecuación niño = falo implica la castración, es por eso que Fenichel podía decir que la verdadera ecuación es Gran Falus, niña = falo. Entonces, la cuestión de la feminidad está supuesta en la propia ecuación simbólica de la maternidad, porque ya ahí es necesario que algo de la niña, de la feminidad, se ponga en juego de alguna manera. Es así tanto en la cuestión de la maternidad como en la propia cuestión del Nombre del Padre que vendría a regular esa función fálica en la maternidad en el Lacan clásico, el Nombre del Padre que viene a sustituir el deseo de la madre (DM) y da una significación fálica.

Pero si entendemos que la verdadera ecuación introduce de alguna manera la feminidad, hay que decir que el propio Nombre del Padre como regulador del deseo materno, incluye ya la cuestión del goce femenino que está en juego de entrada. Qué es lo que hay en ese DM (deseo de la madre) que curiosamente Lacan no escribe con minúscula, esa D hace específico ese deseo de la madre como algo que introduce un deseo que no es fálico, sino, previo a la metáfora. Hasta tal punto es así, que si llevamos esto más allá del Lacan de la metáfora paterna de los años 50 y lo leemos desde los años 70, última parte de la enseñanza de Lacan, hay que recordar que en un breve pero interesante texto, el prólogo de El despertar de la primavera, Lacan llega a decir que el propio padre puede ser uno de los nombres de lo que él llama ahí la diosa blanca. ¿Qué es la diosa blanca? esa figura que Robert Graves estudió, es precisamente la mujer antes del patriarcado, antes de cualquier regulación fálica y Lacan llega a decir que la misma figura del padre simbólico que concentra toda la figura del patriarcado, podría ser uno de los nombres de la diosa blanca. Con ello abre una vertiente de investigación muy interesante y es que ese DM regulado en la metáfora por el Nombre del Padre, nos deja entrever esa línea que Lacan pescó en Robert Graves como la diosa blanca. En efecto, esa figura encarna un goce Otro, incluye en el deseo materno aquello que hay de la mujer y del goce femenino no regulado por el falo, que de alguna manera está ya presente en la elaboración de Lacan de la metáfora paterna. Podríamos leer entonces esa D como una demanda primera, la demanda que siempre hay en la mujer en relación al goce.

G.G.: ¿Podría compartirnos alguna(s) vicisitudes, que como analista ha tenido que abordar en casos de mujeres que se enfrentan a la experiencia de la maternidad?

M.B.: En efecto sabemos que es un momento importante en los análisis cuando aparece el deseo de ser madre y cuando hay un efecto del pasaje al acto, el embarazo y lo que esto implica para cada mujer, momento tanto de asunción del deseo materno como del embarazo y el parto, entre otras cosas, porque eso toca de manera radical el cuerpo de la mujer y por tanto la relación de ella con el goce de dicho cuerpo. A los hombres también puede ocurrirles una experiencia en el cuerpo por el embarazo de la mujer, pero sin duda es algo completamente distinto. La relación de una mujer con su cuerpo en el momento del embarazo es algo que tiene su especificidad propia y que habría que investigar en cada caso. Diría que lo más importante con lo que nos encontramos en la práctica analítica son los efectos de la ciencia sobre el cuerpo, sobre las nuevas formas de procreación y sobre lo simbólico que hace posible ese acto de la maternidad.

Lo simbólico ya no es lo que era, como decíamos en un congreso de la AMP de hace unos años, tampoco la experiencia subjetiva es igual a partir del momento en que la ciencia interviene en lo real y en lo simbólico de múltiples formas y aunque sólo sea en el marco del fantasma, ya eso tiene consecuencias. Por el sólo hecho de que la mujer pueda imaginar formas de procreación donde no interviene el hombre directamente ya se modifica de entrada la experiencia misma de la maternidad como tal. La procreación sin necesidad de los oficios paternos ha intervenido y está ya al orden del día; en todos los casos que escucho, aunque eso no se ponga en acto, esa misma posibilidad ya modifica la experiencia de la mujer y es algo que escuchamos en muchos casos como una especie de autogestión de la maternidad, donde se toma como partenaire a la ciencia y eso toca la estructura del propio vínculo familiar para transformar las familias.

Hemos estudiado esto también en jornadas de las Escuelas y en el ENAPOL y es cierto que lo escuchamos en los casos uno por uno, cómo las familias se transforman a partir de esas nuevas formas de la maternidad. Como un primer efecto de eso, que va a la par de lo que hemos estudiado como el declive de la función paterna, declive pero también transformación, vemos ahora que la paternidad se juega de maneras muy distintas a partir de esta nueva incidencia de la ciencia. Quien ha estudiado muy bien esto es nuestro colega François Ansermet, que ha escrito un libro sobre las nuevas formas de maternidad y de estructura familiar a partir de la incidencia de la ciencia en esta cuestión.

G.G.: Uno de los ejes clínicos lo constituye el de ¿locura materna? Le pido que nos comente, desde su perspectiva, ¿en que podría consistir es locura? ¿Sería una expresión del goce femenino, desregulado?, ¿o constituiría más bien una locura fálica?

M.B.: Me parece muy bien planteada la cuestión, porque desde el momento que partimos de la última parte de la enseñanza de Lacan del Todos somos locos, que ha dado lugar a un libro con ese título de J.-A. Miller, a partir de que nos planteamos esa orientación, eso parece imponerse como un axioma, el todos somos locos. Pero también debemos interrogar ese todos desde el lado de la lógica femenina del No-todo, que plantea cada vez su objeción a un universal, incluso a ese del todos somos locos. Todos somos locos pero uno por uno hay locuras muy distintas y sí, podemos decir que hay una locura, la locura fálica, que también es un caso que podemos añadir a la serie. Se puede estar loco por un tsunami de la función fálica, ¿qué hay más loco, podríamos preguntarnos, que la madre que hace pareja única con su hijo tomándolo como realización de su deseo fálico? Es una locura muy normal, muy bien admitida incluso por la subjetividad de nuestra época, pero es una locura igualmente, la madre tomando al hijo como función fálica, como realización de su deseo fálico. Creo que convendría seguir aquí el hilo abierto por Lacan ya en sus textos de los años 50 y 60, especialmente de un texto que habrá que interrogar para estas Jornadas de la NEL, Ideas directivas para un congreso sobre la sexualidad femenina, donde habla de "la función equívoca de la fase fálica en los dos sexos", es una frase que está en los Escritos página 708 de la edición en español. Esta función equívoca plantea, más adelante en Lacan, una disyunción interna en el campo propio del goce fálico, que hace también a ese goce fálico, tributario del goce del Otro, del goce femenino si existiera, como dice Lacan en los años 70.

Creo que es muy importante salir de una cierta esquematización que se ha hecho a veces de goce fálico por un lado, goce del Otro por el otro, como dos campos disjuntos. Incluso en la psicosis donde el falo está indexado como sub cero, donde no hay función fálica, incluso ahí, debemos plantearnos la disyunción interna propia del campo del goce y salir de esa dicotomía disjunta entre goce fálico y goce del Otro, para mostrar que el propio campo del goce está dividido en su interior por el hecho de ese goce más allá del falo, y pienso que es justamente en la cuestión de la maternidad donde eso se pone en juego. El hijo no está sólo atrapado en la función fálica, sino, que está también como un objeto, como un cuerpo que se vincula con el lado más pulsional, del goce no regulado por el falo en la madre y de eso vemos testimonios. Eso quiere decir que en la función fálica está incluido ya algo de aquello que llamamos el goce del Otro, o el Otro goce o el sexo como Otro, la sexualidad como alteridad como dice Lacan en ese mismo texto sobre la sexualidad femenina.

Añadamos a eso que el actual empuje a borrar la diferencia de los sexos, lo que ocurre también multiplicándolos en toda la serie de formas de género que se puedan inventar, ese empuje a borrar la diferencia de los sexos, va en el sentido de hacer de esta función equívoca de la fase fálica en los dos sexos, un juego más en la mascarada de los sexos, es decir, que la nueva forma que hay de negar la diferencia de los sexos es multiplicarlos. Lacan insiste, no hay más que dos, dos sexos, puede parecer muy bíblica la cuestión, Dios los hizo hombre y mujer, lo que no es verdad porque luego hay que hacerse hombre y hay que hacerse mujer, pero en todo caso hay que hacerse hombre o mujer siguiendo la dualidad de los sexos y como decía, para Lacan no hay más que dos, ellos y juega con ese deux, dospero también d´eux "de ellos", es decir, que la diferencia sexual que no está escrita en el inconsciente como decía Freud, sí que parece irreductible en el teatro de los sexos, de modo que nos encontramos de nuevo con la lógica fálica y la lógica del goce del Otro, como irreductible siempre que se plantee la relación con el sexo.

Podemos volcar esta problemática ahora a la cuestión de la maternidad, porque en efecto, hay una cierta mascarada de los sexos en la maternidad también, lo estamos viendo últimamente con la cuestión del transgénero, cada vez a la consulta acuden más padres que vienen angustiados porque el hijo puede ser un transgénero y piensan que en su función de padre y de madre se pone en cuestión lo que entendían por las identificaciones clásicas, cuando aparece algo en el niño o en la niña que no se adecúa a esa función fálica y que hace presente algo de lo que se llama ahora el transgénero, incluso he visto padres que vienen ya con ese diagnóstico bajo el brazo "mi hijo es un transgénero, ¿qué hago con eso?". Un episodio más de la mascarada de los sexos, pero puesta ahora en la paternidad y la maternidad, los hijos o las hijas entran a formar parte de la mascarada de los sexos en la relación con los padres también y no es simple porque hay muchos elementos en lo simbólico actual que alimentan ese juego de las identidades de género y que plantean a los padres nuevas preguntas que no estaban antes, en todo caso el hijo o la hija podía ser homosexual o bisexual, pero ahora ya no es así, ahora puede haber un montón de identidades, de posibilidades, algo que atraviesa la lógica de los géneros, pero que no deja de funcionar en la lógica de los dos sexos, masculino y femenino. Esto plantea nuevas locuras, estamos ante una nueva clínica donde la ciencia introduce la posibilidad de modificar el cuerpo de unas maneras que antes no eran pensables y eso, además de que realmente ocurre llevándose al acto, modifica todo el marco fantasmático en el cual se mueve la maternidad.

G.G.: Los cuatro ejes clínicos, y de forma particular los tres primeros (deseo de madre/deseo de mujer; estrago materno; y ¿locura materna? se interceptan al punto que no se puede trazar una línea divisoria entre ellos, teniendo en cuenta esta dificultad, ¿Qué destacaría como lo más propio de la locura materna? ¿El núcleo sobre el cual debe girar su investigación?

M.B.: Justamente como es una investigación que debemos llevar a cabo no tenemos respuestas hechas, pero sí tenemos orientaciones, en Lacan mismo vemos cuando aborda esa cuestión de la maternidad hasta el límite de la locura, y tenemos una figura que él introdujo y que se ha elaborado ya pero que hay que seguir elaborando, que es la figura de Medea, ¿queremos una figura más loca que la madre Medea como tal? En cada madre hay una Medea como verdadera mujer si seguimos la lógica de lo que decíamos antes, que la cuestión de la feminidad, de la sexualidad femenina y del goce Otro, está incluida en la maternidad siempre, de una forma o de otra, más o menos escondida, más o menos ignorada, que Lacan puso de relieve al introducir algo que nos puede parecer muy inasumible, incluso reprobable moralmente, que es el deseo de muerte como inherente al deseo femenino. Eso está ya en el texto sobre la sexualidad femenina en una página cercana a la que antes he citado cuando Lacan habla del hombre muerto o el amante castrado, incluso los dos en uno, tomándolo como el verdadero partenaire del goce femenino y tenemos en efecto, en Medea, la figura límite de eso que encuentra la castración del hombre en la muerte de sus propios hijos. Podemos pensar que es una figura límite, sí, lo es, es una figura trágica, pero Lacan la introduce para hacer aparecer el hecho de que hay siempre un deseo de muerte, a veces reconocido con horror por la propia madre; lo escuchamos en ocasiones en los análisis cuando aparece esta dimensión que es muy difícil de tratar, porque repugna a la imagen más materna y armónica que pudiéramos tener, toca al punto más real y más inasumible de la maternidad, con consecuencias muy serias para la madre, para el hijo y para el hombre también.

Creo que debemos empezar a escuchar esto muy atentamente en la actualidad de la extensión del islamismo que ya no es un islamismo que está al otro lado del mundo, sino, presente en la clínica misma donde hay sujetos que vienen con esa tradición donde la referencia al Dios padre está del todo ausente y lo que está en primer plano es la referencia al Uno del goce, como algo que pasa de la función clásica del Nombre del Padre, tenemos ahí la presencia cada vez más clara de la pulsión de muerte, en la extensión de esa forma del islamismo, porque hay varias, pero esa es la que se nos hace ahora más presente. Al respecto, me parece de gran interés estudiar los testimonios que tenemos de esta figura de la madre, cada vez más actual, yo he encontrado estos testimonios en un libro muy interesante titulado En el vientre de la Yihad subtitulado El testimonio de las madres de yihadistas, es un libro de una periodista que se llama Alexandra Gil, publicado en 2017; leyéndolo me hizo pensar en muchas de las cuestiones que estamos ahora tratando. Hay ahí muchos testimonios, sobre todo de madres de adolescentes yihadistas, sólo hay el testimonio de un padre que se ve que está absurdamente fuera del juego y que sólo puede hacer una cosa, remitirse al testimonio materno, es decir, que es el discurso de la madre el que prima, el que está en el centro de gravedad de toda la problemática y se dicen cosas muy interesantes, como por ejemplo, que en el Islam la madre es lo más sagrado. También es cierto que la virgen María en el cristianismo es muy sagrada, pero de una manera totalmente distinta, porque la madre del islam no está tocada por el Nombre del Padre en absoluto, se dice que el paraíso está en los pies de la madre. Esa madre es algo que hay que estudiar porque ahora está traspasando los límites del islamismo y creo que dice algo de ese núcleo reprimido de la madre al que nos hemos referido.

Es también la madre que encontramos al final del texto de Lacan de Kant con Sade, esa madre vista bajo la consigna "no quieras tocar a la madre", sagrada pero más allá del Nombre del Padre, y es allí donde dice Lacan que encontramos la sumisión de Sade a la ley, la ley de esa madre que sigue estando prohibida bajo todos los velos del fantasma y esa ley puede ser tan terrible como la que constatamos en estos testimonios a los que me refería. Una madre que por un lado no duda en confrontarse a la muerte del hijo como tal, hay algo de eso en varias culturas. El otro día evocaba esto con mis amigos vascos, pero también ocurre en Cataluña y ocurre en Galicia, en todas partes, alguien se refería a esa escena de los San Fermines de Pamplona, de las madres en los balcones viendo correr a sus hijos delante del toro y animándolos a ese gesto "heroico" en el que puede ser corneado en cualquier momento y ahí, no es ningún secreto ver el goce de las madres. Podemos dejarlo de lado y decir "eso no es la madre", eso repugna, pero también es cierto que eso está cada vez más presente en el mundo y que los analistas debemos saber interrogar esa figura que contiene un goce que no se adecúa a los paraísos fálicos que alimentan ciertas formas ideológicas actuales de la figura de la madre como divinizada. Bien, este es el panorama que se nos abre como temática para las próximas Jornadas de la NEL que ya en su título, con el equívoco, nos dan la figura misma de la maternidad. Ser madre hoy es equívoco, no es algo transparente, nunca lo ha sido, pero hoy mucho menos.

G.G.: Agradecemos a Miquel Bassols la disposición para conceder un tiempo y referirse al tema de nuestras próximas Jornadas, así como las vertientes de trabajo que nos deja señaladas.

Entrevista realizada en abril del 2018.

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