19 AL 21 DE OCTUBRE DE 2018
X JORNADAS DE LA NEL
Invitadas

Lo que el psicoanálisis sabe de las mujeres como 'género'*

Por Marie-Hélène Brousse

Desde que tengo memoria, supe y experimenté una desigualdad de oportunidades ofertadas a los muchachos y a las muchachas en lo que concierne a posibilidades sociales. El discurso sostenido en mi familia a ese respecto era más bien progresista, pero algunos enunciados a veces venían a recordar los prejuicios de la tradición y la religión, empezando por los de mi abuela, que repetía que «una muchacha no vale mucho». Así pues, siempre fui feminista, eso iba de suyo. (…)

Es, entonces, en tanto que ejerzo la práctica del psicoanálisis desde hace muchos años, que considero tener algo preciso que aportar. El psicoanálisis, disciplina orientada por los saberes científicos, es ante todo una experiencia subjetiva, conducida de modo ordenado. Propone un lugar, un dispositivo en el que cada sujeto puede venir a hablar de su sufrimiento y de los conflictos que lo dividen. La contribución del psicoanálisis a la causa de las mujeres consiste, entonces, en darles la palabra, en escucharlas testimoniar, una por una, en su diversidad, acerca de sus dificultades con lo que piensan que es lo femenino. En ningún caso pretende formular enunciados de tipo normativo sobre los deseos que las animan o los conflictos que las dividen, pero puede modelizar los funcionamientos psíquicos necesarios para encontrar soluciones susceptibles de satisfacer a los sujetos. Hoy hablaré de una de ellas: la identificación (…)

El inconsciente sexual no es el instinto, se dice en la lengua común que hablamos. Los pensamientos de los cuales está hecho adoptan las evoluciones del discurso en el que vivimos en lo cotidiano. Los procesos de identificación, que permiten a cada sujeto representarse sexuado, son procesos de lenguaje. Nos definimos por categorías de lenguaje y de pensamiento que son la realidad en la que creemos. Las lenguas habladas están ordenadas por un binario fundamental: hombre/mujer. Por consiguiente, la experiencia de un análisis constituye un observatorio notable de lo que hoy quiere decir para cada uno «ser un hombre» o «ser una mujer», a menudo enunciado en términos diferentes a los que estaban en uso en tiempos de Freud. Sin embargo, el mecanismo subjetivo que está en juego es el mismo. Es por eso que el psicoanálisis trata la cuestión del género por la vía de las identificaciones.

El género, en la experiencia de un análisis, está vehiculizado por identificaciones sexuales concernientes a dos registros. El género concierne al registro simbólico. El primero es una identificación a palabras, decimos más habitualmente a significantes, que son también prescripciones de roles y de lugares. Para un sujeto humano, los hombres y las mujeres son seres de discurso y solamente eso. El discurso es lo que constituye el lazo social que es el lazo sexuado. Constituye un verdadero manual, en una sociedad dada, en una época dada, de los modos de satisfacción permitidos o prohibidos. Está hecho de sedimentos arqueológicos de los enunciados de una lengua, que se elaboran a lo largo del tiempo a partir de estos estratos. Estas categorías segregativas hombres/mujeres no son menos vinculantes, puesto que se imponen al sujeto como marcos a priori de su realidad sexuada. (…) Es entonces el orden simbólico el que define un «ser una mujer» y un «ser un hombre», categorías de discurso que prescriben lugares, roles sociales, así como modos de gozar diferenciados.

Estas categorías estaban hasta hace poco determinadas por el sistema simbólico de base: la estructura familiar. Lacan se interesó mucho en la familia y la obra de Claude Levi-Strauss, Las estructuras elementales del parentesco, fue para él una referencia. Por otra parte, este sistema se basa en la dualidad hombre/mujer. Las llamadas mujeres son definidas en el seno del sistema familiar por un cierto número de funciones que se imponen a los sujetos: hija, hermana, esposa o concubina, y sobre todo madre. El inconsciente define la feminidad a partir de estos lugares, verdaderas carreteras de identificaciones. Una vez planteados, contribuyen a definir otros lugares y funciones, esta vez fuera del sistema de parentesco: solterona, puta, bruja, loca, etc. (…)

Tomemos dos ejemplos del tipo de enunciados por los cuales funciona el sistema de identificación sexuada. Ejemplo histórico: las obras de los médicos higienistas del siglo XIX –que constituyeron los archivos de un trabajo que realicé sobre las nodrizas del siglo XIX– afirmaban todos lo mismo: «Las mujeres nacen para ser madres», frase que transforma la maternidad en destino natural. Sin embargo, justamente constataban que tal no era el caso en la realidad: condenaban esos casos y querían modificar esa realidad. Ejemplo reciente: el 24 de noviembre de 2014, el primer ministro turco Erdogan afirmaba que las mujeres no podían ser consideradas como iguales a los hombres y que «su rol en la sociedad es tener hijos». En ambos casos podemos constatar que se trata de significantes amo, del modo imperativo y de juicios en modalidad universal («todas las mujeres son… »). Frente a estas identificaciones impuestas que corresponden a procesos segregativos, la experiencia analítica, permitiendo el despliegue de otro discurso, hace volar en pedazos esta universalidad. Se produce entonces la caída o el mantenimiento, esta vez elegido, de una identificación.

Desde hace algunas décadas, sobre todo en las sociedades occidentales, los sistemas de parentesco conocen una mutación a gran escala impulsada por la economía, la ciencia y las costumbres, mientras que su estructura poco había cambiado desde el neolítico. De ello resulta una fragilización de las identificaciones tradicionales. En particular, parece posible que padre no coincida necesariamente con hombre y madre con mujer.

Las recientes manifestaciones que tuvieron lugar en Francia contra el matrimonio para todos, es decir, contra el matrimonio entre personas del mismo sexo, son el signo de la violencia de los conflictos que hoy afectan a los sujetos en el establecimiento de sus identificaciones. Los analistas pueden escuchar sobre el diván las divisiones internas que se derivan de identificaciones contradictorias y de elecciones nuevas que tiene que efectuar cada sujeto. El género y el registro imaginario. Pero existen también identificaciones a imágenes cuya matriz es la imagen especular. Participan del discurso, pero corresponden a la dimensión de lo imaginario, tal como Lacan la define a partir de la relación específica que mantiene el pequeño ser humano con su imagen en el espejo. A nivel de lo imaginario, se puede afirmar que hay machos y hembras, como en la mayor parte del reino animal. Estas categorías remiten a la imagen del cuerpo, puesto que es en función de la percepción de la imagen que se puede generalmente diferenciar el sexo en la mayoría de las especies: colores, formas, tamaños, etc.

En la especie humana, estas diferencias de imágenes vinculadas a la reproducción sexual son redobladas o corregidas por las marcas sociales y por lo tanto simbólicas. La potencia de la huella producida por la percepción inmediata de las imágenes, tanto la del cuerpo global como la de sus componentes, viene a paliar la ausencia de consistencia material del want to be simbólico. Empuja entonces a pasar del macho al hombre y de la hembra a la mujer. La referencia a una «naturalidad» de género, esencial particularmente en la tradición religiosa, se debe a este recubrimiento del significante y de los lugares simbólicos, por medio de la imagen y de su supuesta naturalidad. Sin embargo, en análisis, las mujeres testimonian turbaciones con su cuerpo, dificultades para asumirlo, para aceptarlo. Eso resulta especialmente difícil debido a que los modelos, difundidos masivamente por parte de una civilización que produce cada vez más imágenes, se imponen de modo planetario. También testimonian la necesidad para cada una de definir su cuerpo, en función de su historia singular, según sus propias normas imaginarias.

Traducción: Lorena Buchner.

*Este es un extracto de la exposición presentada en el evento llamado "paralelo" organizado por la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP) el 19 de marzo de 2015 en Nueva York, en ocasión de su participación en la 59° sesión de la Comisión de la Condición de las Mujeres (CSW) de la ONU-Mujeres. Texto publicado en francés en Lacan Quotidien N° 494, disponible en:
http://www.lacanquotidien.fr/blog/wp-content/uploads/2015/03/LQ494.pdf
y en este mismo BLOG-AMP http://ampblog2006.blogspot.com.es/2015/04/lacan-quotidien-ce-que-la-psychanalyse.html

*From: http://www.psicoanalisisinedito.com/2015/05/marie-helene-brousse-lo-que-el.html?spref=tw

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