19 AL 21 DE OCTUBRE DE 2018
X JORNADAS DE LA NEL
Bibliografía

Sigmund Freud

Referencias en la obra de Freud Sigmund

  • Freud, S. (1897 ) 'Carta 75', Obras completas. Volumen I. Buenos Aires: Amorrortu Editores.
  • Freud, S.(1905 ). 'Tres ensayos de una teoría sexual'. En: Obras completas, Volumen VII. Buenos Aires: Amorrortu Editores.
  • Freud, S. (1918-1917 ). 'El tabú de la virginidad'. En: Obras completas. Volumen XI. Buenos Aires: Amorrortu Editores.
  • Freud, S. (2001). 'Sobre las trasposiciones de la pulsión, en particular del erotismo anal' (1917). En: Obras completas. Volumen XVII.. Buenos Aires: Amorrortu editores.
  • Freud, S. (2001). 'Un recuerdo de infancia' en Poesía y verdad (1917). Apartado II. En: Obras completas. Volumen XVII. Buenos Aires: Amorrortu editores.
  • Freud, S. (2001). «Pegan a un niño». Contribución al conocimiento de la génesis de las perversiones sexuales (1919). Apartado IV. En: Obras completas. Volumen XVII. Buenos Aires: Amorrortu editores.
  • Freud, S. (2000). 'La organización genital infantil' (Una interpolación en la teoría de la sexualidad) (1923). En: Obras completas. Volumen XIX. Buenos Aires: Amorrortu editores.
  • Freud, S. (2000). 'El sepultamiento del complejo de Edipo' (1924). En: Obras completas. Volumen XIX. Buenos Aires: Amorrortu editores.
  • Freud, S. (2000). Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos (1925). En: Obras completas. Volumen XIX. Buenos Aires: Amorrortu editores.
  • Freud, S. (2001). 'El porvenir de una ilusión' (1927). Apartado IV. En: Obras completas. Volumen XXI. Buenos Aires: Amorrortu editores.
  • Freud, S. (2001). 'El malestar en la cultura' (1930 [1929]). Apartado IV. En: Obras completas. Volumen XXI. Buenos Aires: Amorrortu editores.
  • Freud, S. (2001). 'Sobre la sexualidad femenina' (1931). Apartado I. En: Obras completas. Volumen XXI. Buenos Aires: Amorrortu editores.
  • Freud, S. (1910) 'Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre' (Contribuciones a la psicología del amor, I). En Obras completas, Volumen XI, Buenos Aires: Amorrortu Editores, 2001 pp.155-168.
  • Freud, S. (1915) 'Un caso de paranoia que contradice la teoría psicoanalítica'. En: Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico. Trabajos sobre metapsicología y otras obras (1914-1916), Volumen XIV, Buenos Aires: Amorrortu Editores, 1979, pp. 259-272.
  • Freud, S. (1915) 'Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo psicoanalítico.' En: Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico. Trabajos sobre metapsicología y otras obras (1914-1916), Volumen XIV, Buenos Aires: Amorrortu Editores, 1979, pp. 259-272.
  • Freud, S. (1916) '13ª Conferencia. Rasgos arcaicos e infantilismo del sueño.' En: Conferencias de introducción al psicoanálisis, Volumen. XV, Buenos Aires: Amorrortu editores, 1991, pp. 182-194.
  • Freud, S. (1937-1939) 'Moisés y la religión monoteísta' En: Esquema del psicoanálisis y otras obras, Volumen XXIII, Buenos Aires: Amorrortu Editores, 1991.

 

Citas de referencias en la obra de Sigmund Freud

Freud, S. (1897 ) 'Carta 75', Obras completas. Volumen I. Buenos Aires: Amorrortu Editores.

p. 310.

"Ahora bien, la diferencia rectora entre ambos sexos se instaura hacia la pubertad, cuando una repugnancia sexual que no es neurótica se apodera de la muchacha, y la libido del varón. Y es que hacia esta época se sepulta en la mujer (en todo o en parte) otra zona sexual que en el varón subsiste. Me refiero a la zona genital masculina, la región del clítoris, en la que durante la infancia aparece concentrada la sensibilidad sexual de la niña también. De ahí que hacia esta época a la mujer la inunde la vergüenza, hasta que de manera espontánea o reflectoria es despertada la nueva zona, la vaginal. De ahí tal vez la anestesia de las señoras, el papel de la masturbación en las niñas destinadas a la histeria y el cese de la masturbación cuando de ella deviene una histeria".

Freud, S.(1905 ). 'Tres ensayos de una teoría sexual'. En: Obras completas, Volumen VII. Buenos Aires: Amorrortu Editores.

p. 200.

"Pero la activación autoerótica de las zonas erógenas es la misma en ambos sexos, y esta similitud suprime en la niñez la posibilidad de una diferencia entre los sexos como la que se establece después de la pubertad. Con respecto a las manifestaciones sexuales autoeróticas y masturbatorias, podría formularse esta tesis: La sexualidad de la niña pequeña tiene un carácter enteramente masculino. Más aún: si supiéramos dar un contenido más preciso a los conceptos de «masculino» y «femenino», podría defenderse también el aserto de que la libido es regularmente, y con arreglo a ley, de naturaleza masculina, ya se presente en el hombre o en la mujer, y prescindiendo de que su objeto sea el hombre o la mujer".

p. 201 (sexualidad en la mujer.)

"[…] en la niña la zona erógena rectora se sitúa sin duda en el clítoris, y es por tanto homologa a la zona genital masculina, el glande. Todo lo que he podido averiguar mediante la experiencia acerca de la masturbación en las niñas pequeñas se refería al clítoris y no a las partes de los genitales externos que después adquieren relevancia para las funciones genésicas. […]Las descargas espontáneas del estado de excitación sexual, tan comunes justamente en la niña pequeña, se exteriorizan en contracciones del clítoris […] Si se quiere comprender el proceso por el cual la niña se hace mujer, es menester perseguir los ulteriores destinos de esta excitabilidad del clítoris. La pubertad, que en el varón trae aparejado aquel gran empuje de la libido, se caracteriza para la muchacha por una nueva oleada de represión, que afecta justamente a la sexualidad del clítoris. Es un sector de vida sexual masculina el que así cae bajo la represión […] Y más tarde, cuando por fin el acto sexual es permitido, el clítoris mismo es excitado, y sobre él recae el papel de retrasmitir esa excitación a las partes femeninas vecinas […] Toda vez que logra trasferir la estimulabilidad erógena del clítoris a la vagina, la mujer ha mudado la zona rectora para su práctica sexual posterior. En cambio, el hombre la conserva desde la infancia. En este cambio de la zona erógena rectora, así como en la oleada represiva de la pubertad que, por así decir, elimina la virilidad infantil, residen las principales condiciones de la proclividad de la mujer a la neurosis, en particular a la histeria. Estas condiciones se entraman entonces, y de la manera más íntima, con la naturaleza de la feminidad".

Freud, S. (1918-1917 ). 'El tabú de la virginidad'. En: Obras completas. Volumen XI. Buenos Aires: Amorrortu Editores.

p. 198-199

"Los empeños del análisis nos han enseñado cuán regulares y poderosas son las primeras colocaciones de la libido. Son deseos sexuales que persisten desde la infancia -en la mujer, es casi siempre la fijación de su libido al padre o a un hermano que lo sustituya-, deseos que con harta frecuencia estuvieron dirigidos a cosas diferentes del coito o lo incluían sólo como una meta discernida sin nitidez. El marido nunca es más que un varón sustitutivo, por así decir; nunca es el genuino. Es otro –el padre, en el caso típico- quien posee el primer título a la capacidad de amor de la esposa; al marido le corresponde a lo sumo el segundo".

p. 200

"Por el análisis de muchas mujeres neuróticas sabemos que atraviesan un estadio temprano en que envidian a su hermano el signo de la virilidad y se sienten perjudicadas y relegadas a raíz de su falta (en verdad, de su empequeñecimiento). Subordinamos al «complejo de castración» esta «envidia del pene». Si por «masculino» se entiende el querer ser varón, a esa conducta le cabe la designación «protesta masculina» acuñada por A. Adler para proclamar este factor como el portador de toda neurosis. En esta fase las muchachas a menudo no ocultan su envidia, ni la hostilidad derivada de esta, hacia el hermano favorecido: hasta intentan orinar de pie como él a fin de sustentar su presunta igualdad de derechos. En el ya mencionado ejemplo de la esposa que tras el coito hacía objeto de agresión franca a su marido, a quien sin embargo amaba, pude comprobar que esta fase se había presentado antes de la elección de objeto. Sólo después la libido de la niñita se volcó al padre, y entonces deseó, en vez del pene, un hijo".

Freud, Sigmund (2001). Sobre las trasposiciones de la pulsión, en particular del erotismo anal (1917). En: Obras completas. Tomo XVII.. Buenos Aires: Amorrortu editores.

p. 119.

"En otras mujeres, aún, se averigua que ambos deseos estuvieron presentes en la infancia y se relevaron el uno al otro. Primero quisieron tener un pene como el varón y en una época posterior, siempre dentro de la infancia, apareció en su reemplazo el deseo de tener un hijo."

Freud, Sigmund (2001). Un recuerdo de infancia en Poesía y verdad (1917). Apartado II. En: Obras completas. Volumen XVII. Buenos Aires: Amorrortu editores.

p. 150

"Ahora bien, ya lo he expresado en otro lugar: Cuando uno ha sido el predilecto indiscutido de la madre, conservará toda la vida ese sentimiento de conquistador, esa confianza en el éxito que no pocas veces lo atraen de verdad. Goethe habría tenido derecho a iniciar su autobiografía con una observación como esta: «Mi fuerza tiene sus raíces en la relación con mi madre»".

Freud, Sigmund (2001). «Pegan a un niño». Contribución al conocimiento de la génesis de las perversiones sexuales (1919). Apartado IV. En: Obras completas. Volumen XVII. Buenos Aires: Amorrortu editores.

p. 184

"La niña pequeña está fijada con ternura al padre, quien probablemente lo ha hecho todo para ganar su amor, poniendo así el germen de una actitud de odio y competencia hacia la madre, una actitud que subsiste junto a una corriente de dependencia tierna y que puede volverse cada vez más intensa y más nítidamente consciente a medida que pasen los años, o motivar una ligazón amorosa reactiva, hipertrófica, con aquella."

Freud, Sigmund (2000). La organización genital infantil (Una interpolación en la teoría de la sexualidad) (1923). En: Obras completas. Volumen XIX. Buenos Aires: Amorrortu editores.

pp. 148-149.

"…Una primera oposición se introduce con la elección de objeto, que sin duda presupone sujeto y objeto. En el estadio de la organización pregenital sádico-anal no cabe hablar de masculino y femenino; la oposición entre activo y pasivo es la dominante. En el siguiente estadio de la organización genital infantil hay por cierto algo masculino, pero no algo femenino; la oposición reza aquí: genital masculino, o castrado. Sólo con la culminación del desarrollo en la época de la pubertad, la polaridad sexual coincide con masculino y femenino. Lo masculino reúne el sujeto, la actividad y la posesión del pene; lo femenino, el objeto y la pasividad. La vagina es apreciada ahora como albergue del pene, recibe la herencia del vientre materno."

Freud, Sigmund (2000). El sepultamiento del complejo de Edipo (1924). En: Obras completas. Volumen XIX. Buenos Aires: Amorrortu editores.

p. 186.

"…Así se produce esta diferencia esencial: la niñita acepta la castración como un hecho consumado, mientras que el varoncito tiene miedo a la posibilidad de su consumación."

Freud, Sigmund (2000). Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos (1925). En: Obras completas. Volumen XIX. Buenos Aires: Amorrortu editores.

pp. 273-274.

"…Los análisis de la prehistoria fálica me han enseñado que en la niña sobreviene pronto, tras los indicios de la envidia del pene, una intensa contracorriente opuesta al onanismo…Esta moción es manifiestamente un preanuncio de aquella oleada represiva que en la época de la pubertad eliminará una gran parte de la sexualidad masculina para dejar espacio al desarrollo de la feminidad."

Freud, Sigmund (2001). El porvenir de una ilusión (1927). Apartado IV. En: Obras completas. Volumen XXI. Buenos Aires: Amorrortu editores.

p. 24.

"Así, la madre, que satisface el hambre, deviene el primer objeto de amor, y por cierto también la primera protección frente a todos los peligros indeterminados que amenazan en el mundo exterior; podríamos decir: la primera protección frente a la angustia. La madre es relevada pronto en esta función por el padre, más fuerte, y él la retiene a lo largo de toda la niñez."

Freud, Sigmund (2001). El malestar en la cultura (1930 [1929]). Apartado IV. En: Obras completas. Volumen XXI. Buenos Aires: Amorrortu editores.

p. 101.

"Además, las mujeres, las mismas que por los reclamos de su amor habían establecido inicialmente el fundamento de la cultura, pronto entran en oposición con ella y despliegan su influjo de retardo y reserva. Ellas subrogan los intereses de la familia y de la vida sexual; el trabajo de cultura se ha ido convirtiendo cada vez más en asunto de varones, a quienes plantea tareas de creciente dificultad, constriñéndolos a sublimaciones pulsionales a cuya altura las mujeres no han llegado. Puesto que el ser humano no dispone de cantidades ilimitadas de energía psíquica, tiene que dar trámite a sus tareas mediante una adecuada distribución de la libido. Lo que usa para fines culturales lo sustrae en buena parte de las mujeres y de la vida sexual: la permanente convivencia con varones, su dependencia de los vínculos con ellos, llegan a enajenarlo de sus tareas de esposo y padre. De tal suerte, la mujer se ve empujada a un segundo plano por las exigencias de la cultura y entra en una relación de hostilidad con ella."

Freud, Sigmund (2001). Sobre la sexualidad femenina (1931). Apartado I. En: Obras completas. Volumen XXI. Buenos Aires: Amorrortu editores.

p. 228.

"…Más aún: era preciso admitir la posibilidad de que cierto número de personas del sexo femenino permanecieran atascadas en la ligazón-madre originaria y nunca produjeran una vuelta cabal hacia el varón.

Freud, Sigmund (2001). Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933 [1932]). 33.a conferencia. La feminidad. En: Obras completas. Volumen XXII. Buenos Aires: Amorrortu editores.

p.122.

"…Adjudicamos a la feminidad, pues, un alto grado de narcisismo, que influye también sobre su elección de objeto, de suerte que para la mujer la necesidad de ser amada es más intensa que la de amar."

Freud, Sigmund (1910) Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre (Contribuciones a la psicología del amor, I). En Obras completas, Volumen XI, Buenos Aires. Amorrortu Editores, , 2001, pp. 155-168.

p. 164

"Como un corolario que rara vez falta a ese «esclarecimiento sexual», el muchacho toma al mismo tiempo noticia de la existencia de ciertas mujeres que ejercen el acto sexual a cambio de una paga y por eso son objeto de universal desprecio[…] Más tarde, cuando ya no puede sostener esa duda que reclama para sus padres una excepción respecto de las odiosas normas del quehacer sexual, se dice con cínica corrección que a pesar de todo no es tan grande la diferencia entre la madre y la prostituta, pues ambas en el fondo hacen lo mismo. En efecto, aquellas comunicaciones de esclarecimiento le han despertado las huellas mnémicas de sus impresiones y deseos de la primera infancia y, a partir de ellas, han vuelto a poner en actividad ciertas mociones anímicas. Empieza a anhelar a su propia madre en el sentido recién adquirido y a odiar de nuevo al padre como un competidor que estorba ese deseo; en nuestra terminología: cae bajo el imperio del complejo de Edipo. No perdona a su madre, y lo considera una infidelidad, que no le haya regalado a él, sino al padre, el comercio sexual."

Freud, Sigmund (1915) Un caso de paranoia que contradice la teoría psicoanalitica. En Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico. Trabajos sobre metapsicología y otras obras (1914-1916), Volumen XIV, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1979,

p. 269

"Cuando la madre inhibe o pone en suspenso la afirmación sexual de la hija, cumple una función normal que está prefigurada por vínculos de la infancia, posee poderosas motivaciones inconscientes y ha recibido la sanción de la sociedad. Es asunto de la hija desasirse de esta influencia y decidirse, sobre la base de una motivación racional más amplia, por cierto grado de permisión o de denegación del goce sexual. Si en el intento de alcanzar esa liberación contrae una neurosis, ello se debe a la preexistencia de un complejo materno por regla general hiperintenso, y ciertamente no dominado, cuyo conflicto con la nueva corriente libidinosa se zanja, según sea la disposición aplicable, en la forma de tal o cual neurosis. En todos los casos, las manifestaciones de la reacción neurótica no están determinadas por el vínculo presente con la madre actual, sino por los vínculos infantiles con la imagen materna del tiempo primordial."

Freud, Sigmund (1915) Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo psicoanalítico. En Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico. Trabajos sobre metapsicología y otras obras (1914-1916), Volumen XIV, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1979,

p. 322.

"No queremos abandonar las «excepciones» sin apuntar que la pretensión de las mujeres a ciertas prerrogativas y dispensas de tantas coerciones de la vida descansa en el mismo fundamento. Como lo averiguamos por el trabajo psicoanalítico, las mujeres se consideran dañadas en la infancia, cercenadas de un pedazo y humilladas sin su culpa, y el encono de tantas hijas contra su madre tiene por raíz última el reproche de haberlas traído al mundo como mujeres y no como varones."

Freud, Sigmund (1916) 13ª Conferencia. Rasgos arcaicos e infantilismo del sueño. En Conferencias de introducción al psicoanálisis, Vol. XV, Buenos Aires, Amorrortu editores, 1991, pp. 182-194.

p. 185.

"Cuántas madres que hoy aman tiernamente, y quizá con ternura excesiva, a sus hijos los recibieron empero a disgusto y desearon entonces que la vida no siguiera desarrollándose en ellos; y aun traspusieron ese deseo en acciones diversas, por suerte inocuas. El deseo de que muera la persona amada, tan enigmático después, proviene entonces del tiempo inicial del vínculo con ella."

p. 188. (Relación madre-hija)

La hija encuentra en la madre la autoridad que cercena su voluntad y la persona a quien se ha confiado la misión de imponerle esa renuncia a la libertad sexual que la sociedad exige; en ciertos casos, también la competidora que se resiste a ser suplantada {Verdrangung}.

Freud, Sigmund, (1937-1939) Moisés y la religión monoteísta. Esquema del psicoanálisis y otras obras, Vol. XXIII, Buenos Aires, Amorrortu Editores, , 1991.

p. 188.

"El primer objeto erótico del niño es el pecho materno nutricio; el amor se engendra apuntalado en la necesidad de nutrición satisfecha. Por cierto que al comienzo el pecho no es distinguido del cuerpo propio, y cuando tiene que ser divorciado del cuerpo, trasladado hacia «afuera» por la frecuencia con que el niño lo echa de menos, toma consigo, como «objeto», una parte de la investidura libidinal originariamente narcisista. Este primer objeto se completa luego en la persona de la madre, quien no sólo nutre, sino también cuida, y provoca en el niño tantas otras sensaciones corporales, así placenteras como displacenteras. En el cuidado del cuerpo, ella deviene la primera seductora del niño. En estas dos relaciones arraiga la significatividad única de la madre, que es incomparable y se fija inmutable para toda la vida, como el primero y más intenso objeto de amor, como arquetipo de todos los vínculos posteriores de amor... en ambos sexos."

p. 193-194

"Es interesante que en la mujer la relación entre complejo de Edipo y complejo de castración se plasme de manera tan diversa, y aun contrapuesta, que en el varón. En este, según hemos averiguado, la amenaza de castración pone fin al complejo de Edipo; y en el caso de la mujer nos enteramos de que ella, al contrario, es esforzada hacia su complejo de Edipo por el efecto de la falta de pene. Para la mujer conlleva mínimos daños permanecer en su postura edípica femenina (se ha propuesto, para designarla, el nombre de «complejo de Electra»). Escogerá a su marido por cualidades paternas y estará dispuesta a reconocer su autoridad. Su añoranza de poseer un pene, añoranza en verdad insaciable, puede llegar a satisfacerse si ella consigue totalizar {vervollstandigen) el amor por el órgano como amor por el portador de este, como en su tiempo aconteció con el progreso del pecho materno a la persona de la madre."

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