19 AL 21 DE OCTUBRE DE 2018
X JORNADAS DE LA NEL
Bibliografía

EJE 1: Deseo de madre /Deseo de mujer

Argumento.

La madre también es mujer y como tal está atravesada por la falta. ¿Qué consecuencias tiene sobre el niño el deseo de la madre? ¿Cómo se inscribe el niño en la relación de la mujer a su falta? La madre como mujer tiene un deseo que va más allá del hijo, lo sobrepasa. Por eso para el niño el deseo de la madre es enigmático. El deseo de la madre en su fundamento es insaciable, ella siempre queda insatisfecha. Para el niño el fantasma de ser devorado es consecuencia de esta figura de la madre como fiera, omnipotente, voraz, amenazadora.

El problema se complejiza cuando la mujer como madre toma al niño como objeto causa de su deseo, el niño como objeto a de la madre: en la neurosis como síntoma de la pareja parental o en la psicosis como objeto real atrapado en el fantasma materno. ¿Cómo transmitir un deseo vivo que no sea anónimo? El niño no debe ser todo para su madre. El no-todo debe imponerse. Para una madre, cuidar a sus hijos no la debe "disuadir de desear como mujer", de encontrar su deseo en el cuerpo de un hombre.

 

Sigmund Freud

Freud, S. (1905) 'Fragmento de análisis de un caso de histeria ', Obras completas, Volumen VII. Buenos Aires: Amorrortu Editores.

p. 54-55.

"Cuando Dora se hospedaba en casa de los K., compartía el dormitorio con la señora; el marido era desterrado. Era la confidente y consejera de la mujer en todas las dificultades de su vida matrimonial; no había nada sobre lo cual no hubieran hablado […] ¿Cómo llegó Dora a amar al hombre sobre quien su querida amiga supo decirle tantas cosas malas? He ahí un interesante problema psicológico […] Cuando Dora hablaba de la señora K., solía alabar su «cuerpo deliciosamente blanco» con un tono que era más el de una enamorada que el de una rival vencida […] Y aun debo consignar que nunca le escuché una palabra dura o airada acerca de esa mujer, en quien, empero, desde el punto de vista de sus pensamientos hipervalentes, habría debido ver a la causante de su desdicha. Su conducta parecía incongruente, pero esa aparente incongruencia no hacía sino expresar una corriente de sentimientos que venía a complicar la situación […] Se repetía lo ocurrido con la gobernanta; tampoco la señora K. la había amado por su propia persona, sino por la del padre. La señora K. la había sacrificado sin reparos a fin de no verse perturbada en su relación con el padre de Dora".

Freud, S. (1905) 'Tres ensayos de teoría sexual', Obras completas. Volumen VII. Buenos Aires: Amorrortu Editores.

p. 200.

"Pero la activación autoerótica de las zonas erógenas es la misma en ambos sexos, y esta similitud suprime en la niñez la posibilidad de una diferencia entre los sexos como la que se establece después de la pubertad. Con respecto a las manifestaciones sexuales autoeróticas y masturbatorias, podría formularse esta tesis: La sexualidad de la niña pequeña tiene un carácter enteramente masculino. Más aún: si supiéramos dar un contenido más preciso a los conceptos de «masculino» y «femenino», podría defenderse también el aserto de que la libido es regularmente, y con arreglo a ley, de naturaleza masculina, ya se presente en el hombre o en la mujer, y prescindiendo de que su objeto sea el hombre o la mujer".

p. 201.

"[…] en la niña la zona erógena rectora se sitúa sin duda en el clitoris, y es por tanto homóloga a la zona genital masculina, el glande. Todo lo que he podido averiguar mediante la experiencia acerca de la masturbación en las niñas pequeñas se refería al clitoris y no a las partes de los genitales externos que después adquieren relevancia para las funciones genésicas. […]Las descargas espontáneas del estado de excitación sexual, tan comunes justamente en la niña pequeña, se exteriorizan en contracciones del clítoris […] Si se quiere comprender el proceso por el cual la niña se hace mujer, es menester perseguir los ulteriores destinos de esta excitabilidad del clitoris. La pubertad, que en el varón trae aparejado aquel gran empuje de la libido, se caracteriza para la muchacha por una nueva oleada de represión, que afecta justamente a la sexualidad del clitoris. Es un sector de vida sexual masculina el que así cae bajo la represión […] Y más tarde, cuando por fin el acto sexual es permitido, el clitoris mismo es excitado, y sobre él recae el papel de retrasmitir esa excitación a las partes femeninas vecinas […] Toda vez que logra trasferir la estimulabilidad erógena del clitoris a la vagina, la mujer ha mudado la zona rectora para su práctica sexual posterior. En cambio, el hombre la conserva desde la infancia. En este cambio de la zona erógena rectora, así como en la oleada represiva de la pubertad que, por así decir, elimina la virilidad infantil, residen las principales condiciones de la proclividad de la mujer a la neurosis, en particular a la histeria. Estas condiciones se entraman entonces, y de la manera más íntima, con la naturaleza de la feminidad".

Freud, S. (1918-1917) 'El tabú de la virginidad', Obras completas. Volumen XI. Buenos Aires: Amorrortu Editores.

p. 198-199.

"Los empeños del análisis nos han enseñado cuán regulares y poderosas son las primeras colocaciones de la libido. Son deseos sexuales que persisten desde la infancia -en la mujer, es casi siempre la fijación de su libido al padre o a un hermano que lo sustituya-, deseos que con harta frecuencia estuvieron dirigidos a cosas diferentes del coito o lo incluían sólo como una meta discernida sin nitidez. El marido nunca es más que un varón sustitutivo, por así decir; nunca es el genuino. Es otro –el padre, en el caso típico- quien posee el primer título a la capacidad de amor de la esposa; al marido le corresponde a lo sumo el segundo".

p. 200.

"Por el análisis de muchas mujeres neuróticas sabemos que atraviesan un estadio temprano en que envidian a su hermano el signo de la virilidad y se sienten perjudicadas y relegadas a raíz de su falta (en verdad, de su empequeñecimiento). Subordinamos al «complejo de castración» esta «envidia del pene». Si por «masculino» se entiende el querer ser varón, a esa conducta le cabe la designación «protesta masculina» acuñada por A. Adler para proclamar este factor como el portador de toda neurosis. En esta fase las muchachas a menudo no ocultan su envidia, ni la hostilidad derivada de esta, hacia el hermano favorecido: hasta intentan orinar de pie como él a fin de sustentar su presunta igualdad de derechos. En el ya mencionado ejemplo de la esposa que tras el coito hacía objeto de agresión franca a su marido, a quien sin embargo amaba, pude comprobar que esta fase se había presentado antes de la elección de objeto. Sólo después la libido de la niñita se volcó al padre, y entonces deseó, en vez del pene, un hijo".

Freud, S. (1910) 'Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre (Contribuciones a la psicología del amor, I)'. Obras completas. Volumen XI. Buenos Aires: Amorrortu Editores.

p. 162.

Esa elección de objeto de curioso imperio y esa rara conducta tienen el mismo origen psíquico que en la vida amorosa de las personas normales; brotan de la fijación infantil de la ternura a la madre y constituyen uno de los desenlaces de esa fijación. En la vida amorosa normal quedan pendientes sólo unos pocos rasgos que dejan traslucir de manera inequívoca el arquetipo materno de la elección de objeto (p. ej., la predilección de ciertos jóvenes por mujeres maduras); el desasimiento de la libido respecto de la madre se ha consumado con relativa rapidez.

p. 163.

Inteligimos de inmediato que en el niño que crece dentro de la familia el hecho de que la madre pertenezca al padre pasa a ser una pieza inseparable del ser de aquella, y que el tercero perjudicado no es otro que el propio padre […] en efecto, nadie posee más que una madre, y el vínculo con ella descansa sobre el fundamento de un suceso a salvo de cualquier duda e irrepetible.

[…] la segunda condición de amor, la liviandad del objeto elegido, parece contrariar enérgicamente una derivación del complejo materno. Es que ante el pensar consciente del adulto la madre aparece como una personalidad de pureza moral inatacable, y nada resulta tan afrentoso -cuando viene de afuera- ni se siente tan penoso --cuando aflora de adentro- como una duda sobre este carácter de la madre.

p. 164.

Como un corolario que rara vez falta a ese «esclarecimiento sexual», el muchacho toma al mismo tiempo noticia de la existencia de ciertas mujeres que ejercen el acto sexual a cambio de una paga y por eso son objeto de universal desprecio[…] Más tarde, cuando ya no puede sostener esa duda que reclama para sus padres una excepción respecto de las odiosas normas del quehacer sexual, se dice con cínica corrección que a pesar de todo no es tan grande la diferencia entre la madre y la prostituta, pues ambas en el fondo hacen lo mismo. En efecto, aquellas comunicaciones de esclarecimiento le han despertado las huellas mnémicas de sus impresiones y deseos de la primera infancia y, a partir de ellas, han vuelto a poner en actividad ciertas mociones anímicas. Empieza a anhelar a su propia madre en el sentido recién adquirido y a odiar de nuevo al padre como un competidor que estorba ese deseo; en nuestra terminología: cae bajo el imperio del complejo de Edipo. No perdona a su madre, y lo considera una infidelidad, que no le haya regalado a él, sino al padre, el comercio sexual.

Freud S. 2001. Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos, Vol. XIX, O.C. Buenos Aires: Amorrortu.

p. 274.

"El conocimiento de la diferencia anatómica entre los sexos esfuerza a la niña pequeña a apartarse de la masculinidad y del onanismo masculino, y a encaminarse por nuevas vías que llevan al despliegue de la feminidad.

(…) la libido de la niña se desliza –sólo cabe decir: a lo largo de la ecuación simbólica prefigurada pene = hijo- a una nueva posición. Resigna el deseo del pene para reemplazarlo por el deseo de un hijo, y con este propósito toma al padre como objeto de amor".

Freud S., La feminidad, Tomo VIII, Obras completas.

p. 3175.

"Parte de aquello que los hombres llamamos 'el enigma de las mujeres' se deriva, quizá, de esa manifestación de la bisexualidad en la vida femenina".

Freud, S. (1937-1939) 'Moisés y la religión monoteísta', Obras completas. Volumen XXIII. Buenos Aires: Amorrortu Editores.

p. 188.

El primer objeto erótico del niño es el pecho materno nutricio; el amor se engendra apuntalado en la necesidad de nutrición satisfecha. Por cierto que al comienzo el pecho no es distinguido del cuerpo propio, y cuando tiene que ser divorciado del cuerpo, trasladado hacia «afuera» por la frecuencia con que el niño lo echa de menos, toma consigo, como «objeto», una parte de la investidura libidinal originariamente narcisista. Este primer objeto se completa luego en la persona de la madre, quien no sólo nutre, sino también cuida, y

provoca en el niño tantas otras sensaciones corporales, así placenteras como displacenteras. En el cuidado del cuerpo, ella deviene la primera seductora del niño. En estas dos relaciones arraiga la significatividad única de la madre, que es incomparable y se fija inmutable para toda la vida, como el primero y más intenso objeto de amor, como arquetipo de todos los vínculos posteriores de amor... en ambos sexos.

 

Jacques Lacan

Lacan, J. (2004). El Seminario, Libro 3, Las Psicosis. Buenos Aires: Paidós

p.254.

"Volverse mujer y preguntarse qué es ser mujer son dos cosas esencialmente diferentes. Diría aún más, se pregunta porque no se llega a serlo y, hasta cierto punto, preguntarse es lo contrario de llegar a serlo. La metafísica de su posición es el rodeo impuesto a la realización subjetiva en la mujer. Su posición es esencialmente problemática y, hasta cierto punto, inasimilable."

Lacan, J. (1994). El Seminario Libro 4, La relación de objeto. Buenos Aires: Paidós.

p.31.

"La relación imaginaria, sea cual sea, está modelada en base a una determinada relación que es efectivamente fundamental __ la relación madre -hijo, con todo lo que tiene de problemática. Sin duda esta relación es como para dar la idea de que se trata de una relación real, y en efecto, ahí se dirige en la actualidad toda la teoría de la situación analítica."

p.321.

"…se le revela al niño como la privación fundamental con la que está marcada la imagen de la madre. Esta privación es intolerable, porque a fin de cuentas, de ella depende el hecho de que el niño aparezca como amenazado por la castración suprema, es decir, no poder colmar a la madre de ningún modo. Y es a esta privación a lo que el padre debe aportar algo"

Lacan, J. (2011). El Seminario, Libro 5, Las formaciones del Inconsciente. Buenos Aires: Paidós.

p. 189.

"Observemos este deseo del Otro, que es el deseo de la madre y que tiene un más allá. Ya sólo para alcanzar este más allá se necesita una mediación, y esta mediación la da precisamente la posición del padre en el orden simbólico"

p. 336.

"Lo que llamamos en esta ocasión deseo de la madre es aquí una etiqueta, una designación simbólica de lo que constatamos en los hechos, a saber la promoción correlativa y quebrada del objeto del deseo en dos mitades irreconciliables."

Lacan J. (2006) Ideas directivas para un congreso sobre la sexualidad femenina, Obras Escogidas, Tomo 1, RBA, Barcelona.

pp. 710-711

Solo el análisis la moviliza, a veces incidentalmente, pero siempre en una transferencia (…) para poner en juego la castración simbólica (…) la castración no podría deducirse únicamente del desarrollo, puesto que supone la subjetividad del Otro en cuanto lugar de su ley. La otredad del sexo se desnaturaliza por esta enajenación. El hombre sirve de relevo para que la mujer se convierta en ese Otro para sí misma, como lo es para él".

Lacan J. (2006). El Seminario, Libro 10, La angustia, Bs. As: Paidós.

p. 196.

"Sea como sea, si la mujer suscita mi angustia, es en la medida en que quiere mi goce, o sea, gozar de mí. Esto, por la muy simple razón (…) de que no hay deseo realizable que no implique la castración. En la medida en que se trata de goce, o sea, que ella va por mi ser, la mujer sólo puede alcanzarlo castrándome."

p.200.

"Una mujer demuestra ser superior en el dominio del goce, porque su vínculo con el nudo del deseo es mucho más laxo. La falta, el signo menos con el que está marcada la función fálica para el hombre, y que hace que su vínculo con el objeto deba pasar por la negativización del falo y el complejo de castración –el estatuto del (-φ) en el centro del deseo del hombre–, he aquí algo que no es para la mujer un nudo necesario."

pp. 207-208.

"Para la mujer, el deseo del Otro es el medio para que su goce tenga un objeto, si puedo expresarme así, conveniente. Su angustia no es sino ante el deseo del Otro, del que ella no sabe bien, a fin de cuentas, qué es lo que cubre. (…) en el reino del hombre siempre está presente algo de impostura. En el de la mujer, si hay algo que corresponda a esto, es la mascarada."

Lacan, J. (2008). El Seminario, libro 16, De un Otro al otro. Buenos Aires: Paidós.

p. 20.

"Si hay un punto en el análisis en el que se sostiene tranquilamente lo que les señalé, que no hay relación sexual, es en que no se sabe qué es la Mujer."

p. 140.

"Se dice que gozar de la madre está prohibido, pero no es ir bastante lejos. Lo que tiene consecuencias es que el gozar-de-la-madre está prohibido. Todo se ordena a partir de este enunciado primero, como se ve bien en la fábula, donde nunca el sujeto, Edipo, pensó que gozaba de la madre, sabe Dios debido a qué distracción."

p. 208.

"La Mujer en su esencia, si es algo, y no sabemos nada al respecto, está tan reprimida para la mujer como para el hombre. Y lo está doblemente. En primer lugar porque el representante de su representación está perdido, no se sabe qué es la Mujer. Y porque, a continuación, si se recupera este representante, es objeto de una Verneinung. ¿Qué es sino una denegación atribuirle como carácter no tener lo que precisamente nunca se trató de que tuviera?"

p. 288.

"El seno define la relación subjetiva tal como conviene instituirla en la relación del niño con la madre. Su rol amboceptor entre ambos es en realidad su papel preponderante. Es como objeto a, como ser adherido a su pared, como el niño-sujeto se articula, como su mensaje es recibido por la madre y le es respondido. Pueden ver que lo que se pide con los significantes, el seno por ejemplo, que es nuestro tercer término, se enlaza con este otro elemento a, la voz."

Lacan, J. (2008). El Seminario, Libro 20, Aún. Buenos Aires: Paidós.

p. 47.

"Para ese goce de ser no-toda, es decir, que la hace en alguna parte ausente de sí misma, ausente en tanto sujeto, la mujer encontrará el tapón de ese a que será su hijo."

 

Jacques-Alain Miller

Miller, J-A. (1997) Introducción al método psicoanalítico, Buenos Aires: Paidós.

p.163.

"(….) La mujer no existe y por lo tanto hay que hacerla existir a través de rasgos que no son el rasgo puro, el significante puro de la feminidad."

p.173.

(….) Que el secreto de todo esto sea la función de la madre como propiedad del padre e infiel al hijo por el mismo hecho, muestra que en eso una misma lógica funciona. (…) que la mujer elegida no sea toda del sujeto; que, para poder reconocer a una mujer como deseable, es necesario introducir un efecto de no todo, en el sentido de Lacan:"

Miller, J.-A. (1991) Lógicas de la vida amorosa, Bs. As: Ediciones Manantial.

p .43.

"La mujer es Otra como tal, hèteros, no semejante. Y esto quiere decir que no es semejante a ella misma: Otra como tal. Esto hace entender por qué las mujeres emplean tanto tiempo frente al espejo en un esfuerzo por reconocerse en él, o para asegurarse de ser otra de la que es. O bien, es posible que una mujer no pueda reconocerse sino bajo la condición de asegurarse de ser otra. La vida misma y la experiencia analítica nos muestran que las mujeres engañan a los hombres con otros hombres. Ser la mujer legal de un hombre puede significar para una mujer la desaparición de su alteridad".

Miller J.-A. (1993) Intervención en el Coloquio sobre el cuerpo. (10-7-1993) publicada en Cuadernos. Andaluces de Psicoanálisis

"(…) nunca se esconde mejor que cuando no hay nada que esconder. Por lo que, llegado el caso, las mujeres que quieren tener que ver con los hombres exigen ciertas consideraciones. ¡Y es por lo que hay que dárselas siempre! También por eso la sexualidad femenina tiene una afinidad especial con lo clandestino y lo escondido. Para algunas mujeres es una condición del deseo".

Miller J.-A. (2001). De la naturaleza de los semblantes, Buenos Aires: Paidós.

p.20.

"Volverse madre o volverse mujer no se corresponden en absoluto, lo que explica la aflicción de Lacan al constatar que 'todas quieren parir'; es decir, lamentaba, deploraba que fueran tan madres. Por eso, cuando los hombres tienen prisa por preñar a las mujeres que aman, hay que preguntarse si no sería para que sean un poco madres, lo que los pondría a cubierto. Aunque tampoco es mejor no hacerlo, puesto que permite sospechar que ellos serían el hijo. En fin, no extraeremos de esto una receta".

Miller, J-A. (2005) "El niño, entre la mujer y la madre", Virtualia, 13.

"Ahora bien, creo que la lección de este Seminario es que lo que permanece ignorado al hipnotizarse con la relación madre-hijo no es sólo la función del padre, cuya incidencia sobre el Deseo de la Madre es, sin duda, necesaria para permitirle al sujeto un acceso normalizado a su posición sexuada. Es también que la madre no es "suficientemente buena", para retomar la expresión de Winnicott, si sólo es un vehículo de la autoridad del Nombre del Padre. Es preciso, además, que para ella "el niño no sature la falta en que se sostiene su deseo". ¿Qué quiere decir esto? Que la madre sólo es suficientemente buena si no lo es demasiado, sólo lo es a condición de que los cuidados que prodiga al niño no la disuadan de desear como mujer."

Miller, J-A. (2011). Donc. La lógica de la cura. Buenos Aires: Paidós.

p.271.

"(….) el lugar del deseo debe ser preservado fuera de la relación con el hijo. Es lo que dice el Edipo Freudiano y lo que Lacan transcribió mediante la metáfora paterna, sin duda bajo la forma de la referencia y la reverencia al padre, pero lo que allí se transcribe es que la madre es una mujer, que una madre no es adecuada a su función más que a condición de seguir siendo una mujer".

p.265.

"La disyunción que evoco entre mujer y madre no es tan artificiosa, ya que la experiencia analítica nos aporta casos en los que el rechazo de la maternidad es inconsciente, en los que una mujer quiere ser madre, lo enuncia, lo proclama pero experimenta que le es imposible llegar a serlo por razones que no dependen de la fisiología. Hay casos en los que si depende de la fisiología, de la edad o de alguna malformación, casos especialmente desgarradores que tienen todo su interés por testimoniar ese anhelo, ese Wunsch-término freudiano que traducimos por deseo- de ser madre."

Miller, J-A. (1992). Introducción a la Clínica Lacaniana. Conferencias en España. Barcelona: RBA libros.2006.

p.288.

"Con Lacan se puede plantear la cuestión de que es una verdadera mujer - él mismo emplea esa expresión -, y su respuesta más sencilla es que el carácter verdadero de la feminidad solo se mide por su distancia con la madre. Tanto menos madre, mas mujer: ser madre - creo que hay que ir hasta este punto inhumano, escandaloso, a conservar a puerta cerrada -, hacerse madre, es un modo de hacerse existir como 'La', hacerse existir como 'La mujer que tiene' y creo que Lacan habla de una verdadera mujer cuando la madre no ha aplastado, en un sujeto, el agujero."

Miller, J-A. (2005) De la naturaleza de los semblantes. Buenos Aires: Paidós.

p. 20.

"Volverse madre o volverse mujer no se corresponden en absoluto, lo que explica la aflicción de Lacan al constatar que 'todas quieren parir'; es decir, lamentaba, deploraba que fueran tan madres. Por eso, cuando los hombres tienen prisa por preñar a las mujeres que aman, hay que preguntarse si no sería para que sean un poco madres, lo que los pondría a cubierto. Aunque tampoco es mejor no hacerlo, puesto que permite sospechar que ellos serían el hijo. En fin, no extraeremos de esto una receta".

p. 126.

"(…) por qué no decir que a veces las mujeres parecen, en la medida en que esto sea posible, más amigas de lo real? Después de todo, se explica, ya que no necesariamente tienen la misma relación con la castración que los hombres. En cierto sentido, como señala Lacan, la castración es en ellas de origen, lo cual se confirma con la conocida indicación sobre la ausencia de fetichismo en las mujeres."

Miller, J-A. (2008) El partenaire-síntoma. Buenos Aires: Paidós.

p. 283.

"(…) las significaciones que pueden reunirse en torno a esta tesis es que la falta estaría del lado de la mujer. Esta tesis puede verificarse en el hecho de que la feminidad encuentra, de modo habitual, la manera de marcarse y distinguirse con todas las insignias de la deficiencia. Es decir, como si llevar un signo de deficiencia tuviera la virtud de intensificar el carácter de la feminidad. Llegado el caso, por ejemplo, es hacer que la mujer por excelencia, como lo señala Lacan, sea la mujer pobre (…) la feminidad se encuentra exaltada a través de todos los rasgos que pueden tener valor de rasgo de falta. También, por una inversión dialéctica, todos los rasgos contrarios pueden, eventualmente, tomar un carácter fascinador, pero siempre enraizados en este menos, en lo incompleto. De este modo, la mujer rica puede aparecer como la excelencia de la feminidad, la mujer poderosa, la mujer que muestra su completud, con una pequeña salvedad: que, aun cuando ella toma todos esos valores, que debemos llamar positivos, permanezca marcada por un exceso."

Miller, J.A. (2009) Conferencias Porteñas, Tomo II. Las Mujeres y los nombres del Padre (pp. 97-101) Buenos Aires: Paidós.

p.99.

"(…) Freud puso el acento en los suplementos que el sujeto puede encontrar, o inventar, para su menos, para ese menos fundamental, según él, con el que el sujeto se relaciona. Por eso dirigió la investigación analítica hacia los bienes que pueden llegar a colmar ese agujero del menos. Puso el acento en el obtener, el regalar." (…) También el niño ha sido tomado por Freud en esa serie, de tal manera que, la maternidad misma puede ser considerada parte de la patología femenina. Es decir, transformarse en madre, en Otro de la demanda, es transformarse en la que tiene por excelencia. Es la pregunta que queda abierta: ¿transformarse en madre es la solución a la posición femenina? Lo que podemos decir es que es una solución del lado del tener, y que no es seguro que Freud haya elaborado otra solución para las mujeres, salvo esa solución del lado del tener."

Miller., J-A. (2000) Los enredos del cuerpo, Editorial Pomaire: Venezuela, Caracas.

p. 137.

"Observamos a veces que los obstáculos inconscientes del embarazo se levantan en el momento en que fisiológicamente se torna muy difícil o imposible. Antes de continuar termino por exponer mi idea acerca de la paciente de quedar embarazada. Se ve entre líneas lo que ocupa a vuestra paciente, en que este asunto del embarazo le estorba y porque debe pasar por el semblante, a título de la intencionalidad inconsciente. ¿Qué sucede con el seudo embarazo, del semblante de embarazo? De repente el marido se inquieta, la encuentra menos deseable, al menos a ella la inquieta que él la encuentre menos deseable. Entonces se tiene la sensación de que el semblante de embarazo es una puesta a prueba del deseo del marido……en el rechazo de quedar embarazada hay: Yo rechazo darte lo que tú me demandas porque no es lo que tu deseas."

 

Eric Laurent

Laurent, E. (1986). El niño y su madre. El Analiticón, Volumen 1, Ediciones Paradiso: Barcelona. Correo del Campo Freudiano en España.

p.46.

"… en la experiencia analítica nos encontramos con las significaciones que el niño viene a dar a este problema del deseo de la madre. Y estas significaciones, estas respuestas (…) están en la enseñanza de Lacan como ubicaciones del niño… (1) El niño como falo de la madre; (2) El niño como síntoma; y (3) El niño como objeto del fantasma de la madre."

Laurent, E. (1999). Los objetos de la pasión. Buenos Aires: Tres Haches.

p.37.

"Si el padre no funciona como garantía, si no tiene acción sobre la madre, o si la madre no se interesa por el padre sino que el niño queda abandonado enteramente al fantasma materno, allí el padre no se hace amar y el niño no le supone su lugar, no le supone la eficacia de su nombre y, en este sentido, no va a amarlo sin no a rechazarlo".

"…podemos decir que las identificaciones parentales son determinadas por la estructura de la lengua por el lugar que los padres ocupan para el niño. De la misma manera, la madre es, al mismo tiempo, el lugar de la satisfacción y el tesoro de lalengua. Es ella la que detenta la palabra, es decir, la palabra de amor la palabra de exigencia e incluso, la palabra del capricho materno. La madre es real en ese sentido, pero es preciso todavía que se interese por esa criatura bizarra que es el padre. Porque él sólo se sustenta por la creencia que la madre pueda tener en él. Si la madre no cree en el padre, si ella no sustenta su lugar en el imaginario, tampoco tendrá él ningún interés libidinal, no habrá ninguna razón para que el niño pueda interesarse por la madre".

 

Marie-Hélène Brousse

Brousse, Marie-Hélène. (2017). Una dificultad en el análisis de las mujeres: el estrago de la relación con la madre. Ética & Cine | Vol. 7 | No. 2 | pp. 29-35

http://journal.eticaycine.org/IMG/pdf/JEyC_Julio_2017_06_Brousse_Una_dificultad.pdf

"Cada sujeto responde a esta coyuntura, es la aventura primordial de lo que ha pasado en torno al deseo infantil. Para Freud, el estrago está estrictamente correlacionado al destino del falo materno en la hija. La categoría de la demanda, diferenciada de la del deseo, permite a Lacan precisar el penisneid y su avance sobre la cuestión del falo, es decir, su separación del órgano pene y su definición, a partir de los primeros seminarios, como significación. Es decir, unidad de medida del valor libidinal de los objetos. Luego como significante del deseo, producto de una modificación de perspectiva. Incluso la referencia a la estructura del lenguaje del inconsciente se completa con el modo de emergencia de la palabra para cernir el fenómeno de estrago que aparece en el campo del "deseo de la madre".


 

Otros autores

Tendlarz, S. E. (1998) El psicoanálisis frente a la reproducción asistida. VII – Reflexiones Finales (pp.41-43). Buenos Aires: Editores contemporáneos, colección Aleph, Analítico 2.

p.38.

"La disimetría entre los sexos otorga lugares diferentes para el hombre y la mujer en tanto padres. Para la mujer, es importante constatar el lugar que brinda a la palabra del padre en la promoción de la ley que regula el deseo; para el hombre, se vuelve crucial transformar a una mujer en su falta, en el objeto que causa su deseo, ya que a través de ese movimiento muestra su relación con la falta propia de la estructura."

p.43.

"El encuentro entre un hombre y una mujer siempre es un enigma al que ni el cielo ni la tierra pueden responder. El deseo de un hijo se aloja en este vacío central que el amor intenta suplir. Esforzarse por atraparlo en leyes universales incrementa el extravió. Las ficciones de identidad contemporáneas –reducción de la verdad a la bilogía y a la cartografía genética, proliferación de mitos clónicos- resultan a su vez insuficientes. Más allá, se desliza un sujeto que palpita, con deseos que le son propios, a veces incansables."

Tendlarz, Silvia. Lo que una madre transmite como mujer.

Link: Lo que una madre transmite como mujer

"Lacan establece una secuencia que se inicia en la frustración imaginaria de un objeto real, el seno de la madre, cuyo agente es la madre simbólica. En este punto se establece cierta torsión a través de la cual la madre simbólica se vuelve real. La madre simbólica, que mediatiza la simbolización primordial a través del Fort-Da, frustra al niño de objetos reales. Cuando no responde a la llamada del niño aparece como una potencia real, fuera del juego simbólico, el objeto pierde su materialidad y la respuesta de la madre se vuelve un signo de amor. La frustración de amor polariza la situación. Lacan distingue así la frustración de goce (ligado al seno materno, objeto real) de la de amor (cuyo objeto es la presencia materna). Detrás de la madre simbólica, añade Lacan, está el padre simbólico. La segunda operación planteada por Lacan es la privación real de un objeto simbólico, el falo, por acción del padre imaginario. El final de este recorrido es la operación simbólica de castración de un objeto imaginario por el padre real.

Lacan modifica ligeramente este planteo en el Seminario 5. En la frustración no solo se frustra al niño del seno materno sino también de la madre como objeto. El niño es frustrado de su objeto-madre y la madre es privada de su objeto, todo esto a través del padre, lo que opera a modo de castración. Esta privación deberá ser aceptada o rechazada por el niño, y esto determinará su posición en la estructura."

"¿Qué fue para ese niño su madre...?, se pregunta Lacan en relación a Gide, y añade las distintas modalidades de amar sobremanera al hijo. El niño-falo André se incluye en la perversión. El niño-fetiche Hans recurre a su fobia para producir la mediación que falta. El niño-cómplice en la destrucción del deseo construye su obsesión. En cada uno de estos casos la posición de una mujer respecto a la falta determina su modo de amar y su transmisión de la castración. Así, la "coyuntura dramática" en la que se incluye la maternidad en cada mujer, las particularidades de su historia, intervienen en su transmisión de la falta y en su incidencia en la subjetividad del niño.

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