19 AL 21 DE OCTUBRE DE 2018

GRAN HOTEL CIUDAD DE MÉXICO | CDMX, MÉXICO

Jornadas NEL

Jornadas NEL

 


LaLeo 
#20

Editorial
Por: Ana Viganó

Los recordatorios nos marcan que el reloj avanza y las Jornadas se acercan... ¡Menos de un mes nos queda para elaborar los casos de la Jornada clínica! Y como para presentarlos es menester estar inscriptos, un recordatorio adicional sobre el proceso en 4 pasos. Rápido, eficiente, sencillo. ¡Inscribirse esta vez es muy fácil! No hay excusas para demorarse.

El número 20 de LaLeo, particularmente rico en diversidad y contenido, nos permitirá recorrer en este envío distintas perspectivas de un plural que el título mismo de estas Jornadas contempla de manera precisa: madres. 

Como nos anticipa de entrada Guy Briole en su imperdible conferencia "Lo desconocido de las madres del soldado desconocido" dictada en el marco de las Jornadas de la NEL Medellín y que aquí reproducimos en formato videoconferencia pero también por escrito gracias a la amabilidad del autor, "el significante madre no nombra un universal; por el contrario, el plural sugiere la idea de diversidad: de lugar, subjetividad, compromiso, resignación, lucha implacable, etc." Si bien la frase se sitúa en el contexto de la guerra, acordamos que es precisa para la noción de madres que pretendemos abordar en nuestro trabajo en octubre próximo: las madres hoy, desde la experiencia analítica.

"Tutti fratelli, todos hermanos, todos hijos de una madre, pero no de la misma. Cabe decir, de entrada, -nos dice Briole- que en las guerras, en una misma guerra, el significante madre no es unívoco; abarca extremos que este calificativo, madre, no permitiría imaginar." Y recorre de manera minuciosa un panorama que toca algunos de estos extremos, no siempre visibles, bordeando lo que la imaginación se resiste a producir, provocando en este trayecto, una reflexión profundamente analítica. Hablar de las madres conlleva hablar por supuesto de hijos. Pero también de los padres. Y de las mujeres, los hombres, la civilización y sus impasses, la vida y la muerte, el linaje, la transmisión, la política, el poder, lo femenino...; las vicisitudes y elecciones de un "todos" que siempre recubre un "algunos" que se afina sutil e inexorablemente en un "cada uno".

"Lo desconocido de las madres del soldado desconocido es el título que he dado a esta Conferencia -explicita Briole-, para decir que, tratándose tanto de madres, como de hijos o hijas, hay que separarlos del grupo que puede identificarlos bajo unos S1 predeterminados por el amo, y no solamente del que preside la guerra." Una lectura ejemplar del anudamiento entre la intensión y la extensión de nuestra orientación.

A continuación tenemos dos textos que presentan avances de las investigaciones que la comisión científica, a través de la cartelización que  cada uno de los ejes de trabajo propuestos, está llevando a cabo. En esta ocasión, Marcela Almanza nos presenta su escrito "El estrago, más allá del falo" cuyo desarrollo está atravesado por una pregunta crucial para pensar el eje sobre el estrago materno:  "¿se podría concebir el estrago en tanto exceso, capricho y expresión del sin límite, como una modalidad del goce femenino, del no-todo, que encuentra cierto lugar en el deseo materno, allí donde lo devastador cobra protagonismo? De Freud a Lacan, unas breves líneas que nos permiten seguir una posible respuesta lógica a esta cuestión y una posible orientación de la experiencia analítica, no sin el consentimiento a la misma.

Seguidamente, el texto que corresponde al cartel que investiga la propuesta del eje ¿Locura materna?, como pregunta, es un escrito de Gloria González que lleva por título "La locura, un nombre femenino". En él, la autora verifica que, ante la falta de un concepto que dé cuenta aisladamente de la problemática que este eje plantea, lo que resta es una investigación que comenzará a desarrollar con un abanico de preguntas que amplía, complejiza y desmenuza la pregunta preliminar: "¿locura materna?¿Qué es el hijo para el deseo de la madre? Qué despierta en ella el encuentro con lo real del cuerpo del niño y sus exigencias de cuidado? ¿cuáles son los efectos subjetivos de las modificaciones experimentadas en su propio cuerpo y de la asunción de su función como madre?" Así, desde la noción de locura a secas, pasando por sus enlaces con la maternidad, su relación al falo y al goce más allá del falo, la autora nos guía en el recorrido lógico hacia una propuesta que arriesga casi sobre el final para disponernos a trabajarla: "Si bien no toda madre es loca y no podríamos hacer de la locura materna un universal, sí podemos pensar que lo loco, lo sin ley y sin sentido fálico,  encuentra en la maternidad un tratamiento posible más o menos logrado en cada caso." A proseguir, entonces, con esta investigación es a lo que invitan, una vez más, los que nutren generosamente este boletín. 

Laura Benetti nos cambia el ritmo y la sonoridad de la lectura para llevarnos por un tránsito poético, rico, de marcas enunciativas singulares agudas con su texto "Hay madre". Partiendo de una cita de Miller poderosa en su contenido, Benetti nos pasea -no siempre cómodos, el viaje puede ser parecido tal vez a una montaña rusa-, por Yourcenar, Bellatin, Cocteau, Barthes, Ferrante... Pinceladas que dejarán bellas y activas resonancias en cada uno de los lectores que se animen a la aventura.

Finalmente, nuestro acompañamiento musical retoma un tema que ya hemos compartido pero del que daremos otra versión: tanto de su interpretación musical como del comentario que la presenta. De la pluma y el interés de Priscila Dicker, el tema Mother de Pink Floyd vuelve a la escena, para seguir empujándonos en esta increíble preparación entre varios. 


Comisión Boletín LaLeo: Ana Viganó (Responsable), Ma. Victoria Clavijo y Gladys Martínez 

 



En este número:

Recordatorios Inscripciones y Jornada Clínica

1.- Recorridos
Las madres y la guerra. Lo desconocido de las madres del soldado desconocido. 
Por: Guy Briole. AME de ECF

2.- Eje 2 Estrago materno
"El estrago más alla del falo"
Por: Marcela Almanza. AME NEL-Ciudad de México

2.- Eje 3 ¿Locura materna?
"La locura, una nombre femenino"
Por: Gloria González. Miembro NEL-Bogotá

3.- DialogArte
"Hay madre"
Por: Laura Benetti. NEL-Lima

4.- Acompañamiento musical
"Mother"  de Pink Floyd
Por: Priscila Dicker. Nel-Guatemala

 




INSCRIPCIONES 





JORNADA CLÍNICA

La Jornada Clínica se llevará a cabo el sábado 20 de octubre y será una ocasión privilegiada para que los miembros de la NEL y los asociados a las Sedes, Delegaciones y Grupos Asociados ‒partiendo del tema "¿Qué madres hoy?‒ puedan dar cuenta con sus trabajos de las vicisitudes que se presentan en la experiencia analítica, de la posición del analista y del efecto de sus intervenciones.

Los trabajos deberán referirse puntualmente a cuestiones de la práctica psicoanalítica, no se admitirán trabajos teóricos.

Las ponencias son individuales y deberán inscribirse en uno de los ejes temáticos que la Comisión Científica propone a modo de orientación.

En la parte superior izquierda deberá anotarse:

  • Título del trabajo
  • Nombre del autor
  • Sede o Delegación a la que pertenece y si es miembro o asociado
  • Eje en el que inscribe su trabajo.

Extensión máxima: 6.000 caracteres con espacios. El texto se remitirá en formato Word. Tipo de letra Times New Roman 12, a espacio y medio, justificado a la izquierda.

Es requisito estar inscrito en las Jornadas al momento de enviar su trabajo.

La fecha límite para recibir los textos es el domingo 5 de agosto de 2018.

Los textos se remitirán a la siguiente dirección: [email protected]
 

http://x.jornadasnel.com/template.php?file=Jornada-clinica.html



 


Recorridos

Las madres y la guerra. Lo desconocido de las madres del soldado desconocido. Videoconferencia
Por: Guy Briole. AME de ECF

 

Fotografía "Concentración de mujeres de la Ruta Pacífica. Comuna 13, Medellín "
del libro:  Mirar de la vida profunda
de Jesús Abad Colorado

 

 

Para ver la videoconferencia click aquí: 


 

https://www.youtube.com/watch?v=6tPrSrq-C6o&t=709s
 


 


Eje 2 El estrago materno


"El estrago, más allá del falo"
Por: Marcela Almanza. AME NEL-México

El estrago, más allá del falo

En un recorrido conceptual en la obra de Freud, podríamos decir que el estrago adviene siempre bajo el nombre del penisneid como marca particular de la relación de la niña con la madre en tanto respuesta frente al descubrimiento de la castración en el cuerpo femenino.

En esa vía, sabemos que la solución freudiana por el lado de la maternidad -que intenta resolver la falta por el lado del tener, bajo la forma del niño sustituto del objeto fálico- no dirime el asunto, ya que es el mismo Freud quien al plantear la pregunta ¿qué quiere una mujer? parece presentar un problema, todavía irresuelto, allí donde la vertiente fálica no alcanza como respuesta absoluta.   

Es así como, aun en la salida por la "feminidad normal" propuesta por él como una de las 3 salidas frente a la envidia del pene- junto a la inhibición sexual y al complejo de masculinidad- no se vislumbra una respuesta satisfactoria, sino que más bien lo que se anticipa es que hay algo de lo femenino que habita en la madre, que no se resuelve por la vía del tener, pues siempre hay un resto que insiste y retorna…

Ya muy tempranamente, en el texto "Ideas directivas para un congreso sobre la sexualidad femenina" Lacan se pregunta "si la mediación fálica drena todo lo que puede manifestarse de pulsional en la mujer, y principalmente toda la corriente del instinto materno".  

El hilo lógico del texto presenta de entrada, la disyunción entre madre y mujer, planteando que la cuestión del deseo femenino implica la consideración de otro goce, un "goce envuelto en su propia contigüidad", que se diferencia del goce fálico. 

Cuestiona, además, cualquier idea de instinto -si lo pensamos del lado del parlêtre- y más bien propone pensar si el hijo como tapón fálico puede silenciar algo del orden de la exigencia femenina.

Por otro lado, también desbarata cualquier ilusión de totalidad y de complemento posible, anticipando de algún modo la vía del no-todo y de un goce suplementario que abordará posteriormente en su enseñanza. 

Eso nos lleva entonces a examinar la cuestión del estrago, más allá del falo. 

Si la significación del estrago es propuesta por Lacan como algo que se impone como una voluntad sin ley, en tanto acontecimiento imprevisto e irregular, que queda siempre del lado del sin razón, bajo el signo de lo insaciable, en esa vía, ¿se podría concebir el estrago en tanto exceso, capricho y expresión del sin límite, como una modalidad del goce femenino, del no-todo, que encuentra cierto lugar en el deseo materno, allí donde lo devastador cobra protagonismo? 

Retomando lo anterior, si consideramos que la sustitución niño-falo no colma la falta y siempre subsiste un resto, quizás se podría pensar que aquello que se puede presentar como una cara insaciable del deseo materno (presentado en la clínica bajo diversas modalidades) siempre hunde sus raíces en el tratamiento singular de la falta, que realiza cada mujer. 

Si el parlêtre estragado/estragante consiente a transitar una experiencia analítica incursionando en una vía diversa a la que siempre anticipa la devastación, se abrirá entonces otra modalidad posible, más vital y menos mortífera, para el tratamiento del no-todo lo que propiciará un saber hacer allí, bajo la marca singular de una solución a medida.  

Bibliografía

Lacan, J., Ideas directivas para un congreso sobre la sexualidad femenina, Escritos 2, Editorial Siglo XXI.

Lacan, J., El Seminario, Libro 20Aun, Paidós, Bs. As., 1991.

Miller, J. -A., Los usos del lapso, Capítulo VIII Capricho y Voluntad, Paidós, Bs. As., 2004. 

Brousse, M. H., Una dificultad en el análisis de las mujeres: el estrago de la relación con la madre. Ética & Cine | Vol. 7 | No. 2 | pp. 29-35
http://journal.eticaycine.org/IMG/pdf/JEyC_Julio_2017_06_Brousse_Una_dificultad.pdf


Eje 3: ¿Locura materna?

La locura, un nombre femenino.
Por: Gloria González. Miembro NEL-Bogotá

 

Al prepararnos para las X Jornadas de la NEL, la investigación sobre cada uno de los ejes de la misma toma forma en los distintos lugares de nuestra Escuela. Uno de estos ejes, nos presenta en forma de pregunta lo que puede constituir una línea de investigación, puesto que no contamos en el psicoanálisis con un concepto tal que de cuenta aisladamente de la problemática que nos plantea. A qué nos referimos cuando interrogamos: ¿locura materna?

¿Qué es el hijo para el deseo de la madre? Qué despierta en ella el encuentro con lo real del cuerpo del niño y sus exigencias de cuidado? ¿cuáles son los efectos subjetivos de las modificaciones experimentadas en su propio cuerpo y de la asunción de su función como madre? 

Tradicionalmente la locura se ha entendido como un estado alterado, como una pérdida de control, al punto de no tener en cuenta las consecuencias de los propios actos que son considerados por las demás personas del entorno como a-normales. "La pérdida de la realidad en la neurosis y en la psicosis" para parafrasear el título de Freud a su escrito de 1924, caracteriza en mayor o menor grado estas alteraciones de las que tenemos ejemplos extremos en la mitología, como los casos de  Heracles y Medea que llegan al extremo de matar a sus propios hijos. No obstante, el planteamiento de Lacan sobre la locura generalizada, nos conduce a pensar la maternidad, en tanto solución femenina a una falla estructural, en términos de arreglos posibles, más que en términos patológicos. A toda madre en tanto mujer le falta algo, está insatisfecha por estructura, pero esa insatisfacción se puede manifestar de múltiples formas más o menos voraces, más o menos locas. Por esa razón, habría que recurrir al plural para hablar más bien de locuras maternas

La vinculación entre locura y maternidad ataca la idea socialmente aceptada de lo natural o instintual que sostendría la relación madre-hijo, así como la del amor incondicional de una madre. Al respecto Marie-Helène Brousse plantea que "solo hay madre desnaturalizada", precisamente para recordarnos que la maternidad no puede reducirse a un hecho biológico, ni al campo imaginario madre – hijo. Es lo que nos enseña Lacan en su Seminario IV, "La relación de objeto", que este vínculo esencial entre la madre y su hijo se desarrolla en el campo simbólico que introduce al falo en esa diada. Dicha relación está teñido por la subjetividad de la madre que transmite con su presencia y su ausencia, con sus cuidados o la falta de éstos, con la forma de aproximarse al cuerpo de su hijo, una lengua materna de la que el sujeto tomará lo suyo, su sello, en una elección forzada y contingente que marcará su vida.

Propongo pensar las locuras maternas considerando los planteamientos que podemos leer en la entrevista a Miquel Bassols que circuló en el LaLeo No. 13: "…el propio Nombre del Padre como regulador del deseo materno, incluye ya la cuestión del goce femenino que está en juego de entrada.. Qué es lo que hay en ese DM (deseo de la madre) que curiosamente Lacan no escribe con minúscula, esa D hace específico ese deseo de la madre como algo que introduce un deseo que no es fálico, sino, previo a la metáfora…"

En este orden de ideas, situaré en primer lugar lo que llamaré "locuras fálicas", me refiero con ello a los casos en que la madre hace de su hijo el objeto que completa plenamente su falta, como si de esa forma hiciese existir la relación sexual que no hay, haciendo pareja con su propio producto. Aquí pueden inscribirse algunos casos de mujeres que  se sirven de la ciencia para sustraer al hombre de la procreación y de la función simbólica de éste en la familia, aunque por supuesto, no todos los casos de procreación asistida implican la exclusión del padre. Tampoco se trata de una locura exclusiva de las madres solas, pues en el seno de una familia tradicional o en cualquier otra forma de vínculo familiar, una madre  puede llegar a taponar la falta con su hijo . Se trata de una locura a la que asistimos con frecuencia en la contemporaneidad y que puede llegar, incluso, a confundirse con la figura de la madre del amor ligada a ideales de abnegación y sacrificio. En este mismo campo, en el otro extremo, podríamos ubicar los casos en los que el niño queda desprovisto de valor fálico y es vivido como un cuerpo extraño, parasitario o como un objeto de desecho. 

A propósito del falo podríamos considerar que, además de la significación que pueda tener un hijo para su madre, es a su vez quien le permitiría decir "tú me hiciste madre", y esto constituye otro tipo de uso del falo que da un sentido, ya no semántico, sino, de orientación, de una ubicación en la vida, otro uso posible del falo que en algunas mujeres conduciría a una estabilización y en otras, quizás, podría generar un desanudamiento.

Por otra parte, más allá del falo, las locuras maternas ponen de manifiesto que en toda madre habita una mujer, lo que nos ayuda a comprender por qué, a pesar de que Freud había planteado la maternidad como la salida privilegiada para lo femenino, mantiene vigente la pregunta ¿Qué quiere una mujer? Lo que la clínica, que es desde donde extrae su saber el psicoanálisis, nos muestra, es que la maternidad no alcanza como respuesta a eso que excede el goce fálico, ese goce que Lacan llamó femenino, del que dijo que sólo se sabe de él porque se siente y que postuló como suplementario. Este goce femenino está incluido en la maternidad, afecta a la madre. Por tanto, la locura a la que aquí nos referimos nos conduce a ubicar que hay algo sin Dios y sin ley que tiñe con su color de goce la idealizada relación entre una madre y su hijo, aunque la maternidad no siempre sea loca, ni lo femenino se tramite para toda mujer por la vía de la maternidad.

La locura materna puede ser, en algunos casos, el resultado de la convergencia entre la experiencia de la maternidad y el goce femenino, cuando la madre encuentra en el hijo, las huellas de ese goce del que no puede hablar, que no se dialectiza y que la empuja a hacer de ese hijo, no un objeto de su deseo, sino, de goce, pues "El hijo no está sólo atrapado en la función fálica, sino, que está también como un objeto, como un cuerpo que se vincula con el lado más pulsional, del goce no regulado por el falo en la madre" (Bassols, M. LaLeo No.13) 

Si bien no toda madre es loca y no podríamos hacer de la locura materna un universal, sí podemos pensar que lo loco, lo sin ley y sin sentido fálico,  encuentra en la maternidad un tratamiento posible más o menos logrado en cada caso. Quizás, sea más preciso hablar de locuras femeninas que localizan una solución en el anclaje fálico del hijo, o en otras formas de tramitar la desorientación de su goce.

Que la locura tenga un nombre femenino, tal vez no sea simple coincidencia, quizá indique que sabemos más de lo que creemos saber y que el lenguaje nombra así ese sin límite, precisamente porque ellas lo encarnan aún… sin saberlo, aunque los velos del amor, también el materno, sean un buen recurso para hacerlo vivible.


Resonancias
 

"Hay Madre"
Po:  Laura Benetti. NEL-Lima



Retrato Marguerite Yourcenar 
Pastel de Elise Rieuf


 

"La voluntad despreciada como insensatez, el capricho, se encuentra del lado de la mujer. Hay una función errática en la voluntad de la mujer. Las mujeres gozan de su voluntad. Así lo reconoce Lacan cuando habla del Deseo de la Madre. El Deseo de la Madre es el capricho, es decir, la voluntad sin reglas, mientras que el Nombre-del-Padre es la autoridad, pero en la medida en que depende de reglas" Mujer coraje. J. A. Miller. Conferencias Porteñas 3.

Desembarca, impregnada de olor a rancho y a venenos de Haití, sin darse cuenta de que lleva consigo la lepra, contraída bajo un tórrido Trópico del corazón. Su estupor al ver a Hipólito es como el de una viajera que ha desandado camino sin saberlo: el perfil de aquel niño le recuerda a Knossos y al hacha de dos filos. Ella lo odia, ella lo cría; él crece contra ella, rechazado por su odio, habituado desde siempre a desconfiar de las mujeres, obligado desde el colegio, desde las vacaciones de Año Nuevo, a saltar los obstáculos que en torno suyo erige la enemistad de una madrastra. Está celosa de sus flechas, es decir, de sus víctimas; de sus compañeros, es decir, de su soledad. En esa selva virgen que es el lugar de Hipólito planta ella, a pesar suyo, los hitos del palacio de Minos: traza a través de las malezas el camino de dirección única hacia la Fatalidad. Crea a Hipólito a cada instante. Su amor es un incesto. No puede matar al muchacho sin cometer una especie de infanticidio. Fabrica su belleza, su castidad, sus debilidades; las extrae del fondo de sí misma; separa de él esa pureza detestable para poder odiarla en forma de insípida virgen: forja por completo a la inexistente Aricia. Se embriaga con el sabor de lo imposible, único alcohol que sirve de base a todas las mezclas de la desgracia. En el lecho de Teseo, siente el amargo placer de engañar de hecho al que ama y con la imaginación al que no ama. Es madre: tiene hijos como quien tiene remordimientos. Entre las sábanas humedecidas con el sudor de la fiebre, se consuela mediante susurros de confesiones, como aquellas confidencias de su infancia que balbuceaba abrazada al cuello de su nodriza. Mama su desgracia; se convierte, por fin, en la miserable sirvienta de Fedra. Ante la frialdad de Hipólito, imita al sol cuando choca con un cristal: se transforma en espectro. Habita su cuerpo como si del propio infierno se tratara. Reconstruye un Laberinto en el fondo de sí misma, en donde no puede por menos de encontrarse: el hilo de Ariadna ya no la ayuda a salir pues se lo enrolla en el corazón. Se queda viuda: por fin puede llorar sin que le pregunten por qué; pero el negro no le sienta bien a su figura sombría: siente rencor hacia su luto, porque engaña sobre su dolor. Libre de Teseo, soporta su esperanza como un vergonzoso embarazo póstumo. Se dedica a la política para distraerse de sí misma: acepta la Regencia de la misma manera que aceptaría tejerse un chal. El retorno de Teseo se produce demasiado tarde para que ella vuelva al mundo de las fórmulas, en donde se atrinchera aquel hombre de Estado; sólo puede entrar allí por la rendija del subterfugio; se inventa, alegría tras alegría, la violación con que acusa a Hipólito, de suerte que su mentira es para ella como saciar un deseo. Dice la verdad: ha soportado los peores ultrajes; su impostura no es sino una traducción. Toma veneno, pues se halla martirizada contra ella misma; la desaparición de Hipólito produce el vacío a su alrededor; aspirada por ese vacío, se hunde en la muerte. Se confiesa antes de morir, para tener el placer de hablar por última vez de su crimen. Sin cambiar de lugar, regresa al palacio familiar donde la culpa es inocencia. Empujada por la cohorte de sus antepasados, se desliza por aquellos pasillos de metro, llenos de un olor animal, donde remos y vagones se hunden en el agua espesa de la laguna Estigia, donde los raíles relucientes sólo proponen el suicidio o la partida. En el fondo de las galerías mineras de su Creta subterránea acabará por encontrar al joven, desfigurado por sus mordiscos de fiera, pues dispone de todos los caminos recónditos de la eternidad para reunirse con él. No lo ha vuelto a ver, desde la gran escena del tercer acto; ella ha muerto por su causa; a causa de ella, él no ha vivido. El sólo le debe la muerte, mientras que ella le debe los espasmos de una inextinguible agonía. Tiene derecho a hacerle responsable de su crimen, de su inmortalidad sospechosa en labios de los poetas, que la utilizarán para expresar sus aspiraciones al incesto, del mismo modo que el chofer, que yace en la carretera con el cráneo aplastado, puede acusar al árbol contra el que fue a chocar. Como toda víctima, fue asimismo su verdugo. Palabras definitivas van a salir por fin de sus labios, que ya no tiemblan de esperanza. ¿Qué irá a decir?

Probablemente «gracias».

Fedra o la desesperación M. Yourcenar. Fuegos.

Ella es un bicho raro, o es la sombra que entra por la ventana, o es la palma de una mano que no llega a acariciar su nalga, o es la voz estridente que interrumpe la mañana, o la cosa amorfa que asoma por el espejo, cuando éste está empañado de sueños , es la bilis de un remordimiento y es el escote que fragua las tildes y las exclamaciones.

Ella es la que hay, según Miller hay la madre. Y junto o cerca o sin evidencia posible se arroja ese goce, goce Otro que deslumbra por inoportuno, que hace cesar cualquier idea de cordura y que también interrumpe las postales de cualquier natividad.

Es virgen y es puta y es pérfida y es ángel. Como las vueltas de un caleidoscopio es inútil querer atrapar cualquier imagen. Se desvanece como la verdad una vez dicha.

Con" Hay madre" se anuncia la entrada del crimen, algo muere, viene con la muerte y viene con esa muerte que despeja cualquier extraño sabor antes conocido.

Es la puerca que desconoce la pureza de la bolsa donde yacen los testículos del niño vendido, en el Gran Vidrio de Bellatin.

Es la diosa de la correspondencia que acumula sin leer las incomprendidas cartas de su hijo el opiómano en las letras de Cocteau.

Es la que obliga a Barthes a llenar un cuaderno con las  diezmil veces borradas canciones por su duelo.

Es la militante que hace que sus pezones queden tan al aire como su grito en ese 68 inventado por Elena Ferrante, y que atrapa a esa mujercita, para que quede anonadada de imagen y busque incansablemente la razón de su hipnosis.

Es el capricho y su voluntad sin reglas, su coraje radica según Miller en esa condición de la voluntad intrépida para plasmar una posesión que por supuesto no posee. Pero obsesiona su propiedad y cuesta un desgarro, al menos eso, dejar vacante la ilusión que la haría una.

La recorre entre centro y ausencia, entre incesto e infanticidio Yourcenar de la mano de Fedra. Cuanta elocuencia desliza por los párrafos de la desesperación, el crimen ata el relato, lo aferra con mano firme en la desenvoltura de las hazañas de esa hacha de dos filos. Criar y odiar, alternancias del infierno.  

El estallido manifiesto del capricho que la habita en la emboscada que le tiende su propia desgracia. 

Se dedica a la política para distraerse de sí misma, genial Yourcenar que se ríe del recurso al falo, con esa ironía tan suya. Y lo suelta para dejarlo en su función de mete/oro, la eternidad entonces …sospecha, tan femenina.



Acompañamiento musical
Por: Priscila Dicker. NEL-Guatemal


"Mother" de Pink Floyd

 



 

Mother es una canción de la banda de rock progresivo Pink Floyd. Publicada en su álbum editado en 1979, The Wall. La letra y la música pertenecen a Roger Waters. El protagonista del álbum es Pink, y, como todas las canciones del disco, "Mother" forma parte de la historia de este personaje, que se basa en la mayoría de las vivencias del propio Waters y partes de la vida de Syd Barret, (primer líder de la banda que se retiró debido a trastornos mentales). 

La canción es la narración de un diálogo entre Pink y su madre, en la cual él le hace preguntas y ella responde. Respuestas que dan consistencia a un Otro omnipotente. Es clara la idealización de la madre del personaje, ya que existe una constante búsqueda de aprobación de su parte, producto de una estimación desmedida. A partir de la letra se puede inferir que la madre ayuda a Pink a construir el muro, en el cual cada ladrillo representa los sucesos vitales que él debe atravesar, como la muerte de su padre en la Segunda Guerra Mundial, la sobreprotección materna, su controversial uso de drogas, su asma, la opresión del sistema educativo británico, etc. Pero que, a la vez, forman parte de una pared que lo separa del mundo exterior, lo aísla de la realidad, dejándolo preso de sus propias fantasías autodestructivas, y atrapado en las fauces de su madre, al acecho de las capturas fantasmáticas de ésta, tal como dice la letra de la canción: 

"Mothers gonna make all your nightmares come true. 

Mothers gonna put all her fears into you."

"Mamá va a hacer que todas tus pesadillas se conviertan en realidad. 

Mamá te va a inculcar todos sus miedos."

Sin un padre que lo rescate del goce materno, de su voracidad en la que queda tomado como objeto, Pink consiente en hacerse ser todo lo que ésta desea. 

Los invito a degustar de esta canción, mezcla de rock y ópera, de trauma y melancolía, con un mensaje de protesta contra una época y un sistema que envía padres a la guerra dejando un vacío, un desamparo. 


Mother: versión de The Whispering Tree

https://www.youtube.com/watch?v=OX8S6Gvk9vo


 

 

 

Nueva Escuela Lacaniana del Campo Freudiano
www.nel-amp.org | [email protected]