19 AL 21 DE OCTUBRE DE 2018

GRAN HOTEL CIUDAD DE MÉXICO | CDMX, MÉXICO

Jornadas NEL

Jornadas NEL

 


LaLeo 
# 13

Editorial
 

 

En la sección A dos voces de este nuevo número de LaLeo los lectores encontrarán las reflexiones de Miquel Bassols a las acertadas preguntas de Gloria González,  en torno al mismo título de nuestras jornadas y su equívoco "quémadreshoy". 

Sumérjanse en su lectura para descubrir porqué Bassols dice: "ser madres hoy es un equívoco, ser madres no es transparente, pero hoy mucho menos". 

A partir de este equívoco Bassols pone el acento en el qué, lo que acarrea la dimensión del objeto. Estamos habituados a pensar el goce femenino propiamente dicho en un lugar de la enseñanza de Lacan algo más avanzada.  Pero es en esta entrevista donde Bassols da, no solamente una hipótesis sino que la desarrolla; a saber, que  ya en la ecuación NIÑA= FALO se halla implícito el deseo femenino!

Un lujo de entrevista en nuestro boletín con exquisitas referencias, como es habitual en él: Theodor Fenichel, Robert Graves y  Alexandra Gil con su libro sobre las madres de yihadistas. 

En el nivel de la práctica, Bassols explora cómo los efectos de lo simbólico, aún en los casos de reproducción asistida, obliga todavía más a ver cómo la maternidad se subjetiva hoy, cuando ya el partenaire de la mujer no es necesariamente un hombre sino la ciencia.

Respecto de las locuras en la maternidad, resitúa la locura fálica, que últimamente se deja un poco de lado por la preponderancia de las investigaciones alrededor de sintagma milleriano "todo el mundo es loco", pero es justamente  la maternidad la que hace necesario entender esa mixtura de los dos tipos de goce: el fálico, y el Otro. Del lado de la locura del goce del Uno, una sugerencia bibliográfica en torno a las madre de yihadistas y de las Medeas del siglo XXI, que aporta algo que "traspasa los límites del islamismo (…) y que dice algo de ese núcleo reprimido de la madre(…)"

Lo múltiple de la NEL se hace presente en este LaLeo con una nueva sección:  "Recorridos" en la que se dejarán consignados los recorridos emprendidos en las Sedes, Delegaciones y  Grupos Asociados  en la  investigación sobre  el tema de nuestras Jornadas.  Camilo Ramírez, miembro de la Escuela de la Causa Freudiana de París  fue invitado por la NEL-Bogotá en días pasados a dictar la conferencia ¿Madres tóxicas? Cuando los dichos maternos nos angustian.  Ramírez toca puntos álgidos en la práctica institucional con madres en París, como parte de su experiencia e investigación  en equipos de trabajo en hospitales e instituciones, poniendo  de manifiesto el prejuicio que también asiste a los psicoanalistas por  creer demasiado aún en la existencia de un "instinto materno".  Consecuencias de esta postura en el discurso del amo estamos habituados a verlas,  pero  otra cosa es acercarnos al prejuicio analítico que toma en demasiadas ocasiones y con una sospechosa frecuencia, la consigna kleiniana que  promociona  y vela por la producción de la "buena madre". Esta conferencia no nos deja indiferentes pues se pone sobre la mesa la formación analítica, la vía para escuchar sin el prejuicio eso de la madre que no entra en la norma y genera juicio, rechazo e incluso angustia. Podrán escuchar cómo es que se pone al  trabajo eso que Lacan enuncia y establece en cuanto a la no homogeneidad  entre la madre y la mujer, que es lo que debería orientar la clínica psicoanalítica con madres en las instituciones. 

En A la letra, Susana Dicker realiza una original lectura a partir de la resonancia  del célebre adagio señalado por Freud: "pater semper incertus est", mientras que la madre es "certissima"   en su texto "Madre solo hay una", que lleva a hacer consistir todavía más a la madre como das Ding. No dejarse embrollar por la incertidumbre de la madre en los tiempos que corren, para insistir en lo que Lacan evoca sobre la mujer que en cuanto madre, que no es Otra para sí misma, sino Otro primordial. 

Las secciones de DialogArte y Acompañamiento musical se ponen de acuerdo esta vez para  traernos  el dolor que toma como referencia a la madre. Por un lado, Ma. de los Angeles Morana selecciona en su escrito "Cuando la madre duele", los enunciados impactantes de una hija respecto de su madre, se trata de la bien conocida Sidonie Csillag. Por otro, José Fernando Velásquez hace presente el dolor de una madre, el de la Madre de Cristo con el Stabat Mater. Contamos también con unas palabras de nuestra colega Gladys Martínez para conducirnos en el lenguaje que la música hace suyo para representar la profundidad de este afecto penoso.  

Sin más preámbulos, póngase cómodo  y a leer!

Ma. Victoria Clavijo





Comisión de LaLeo: 

Ana Vig
anó (Responsable), Ma. Victoria Clavijo y Gladys Martínez

 



En este número


1.- A dos voces
Entrevista a Miquel Bassols. AME de la ELP. Expresidente de la AMP (2012-2016)  
Por: Gloria González

2.- Recorridos 
Videoconferencia
"Madres tóxicas? Cuando los dichos maternos nos angustian"
Por: Camilo Ramírez. Miembro de la ECF 

3.- A la letra
"Madre hay una sola"
Por: Susana Dicker. Miembro NEL-Guatemala

4.- DialogArte
"Cuando la madre duele"
Por: María de los Ángeles Morana Asociada NEL-Cali

5.- Acompañamiento musical
"Stabat Mater"
Por: José Fernando Velásquez. Miembro NEL-Medellín. 

 


A dos voces

Entrevista a Miquel Bassols 
Por Gloria González 

 


 
Miquel Bassols Miembro ELP

 

Gloria González: El tema que se enuncia como ¿Qué madres…hoy? Vicisitudes en la experiencia analítica, contiene en la pregunta inicial un equívoco que remite tanto a las condiciones en las que se inscribe la maternidad en nuestro tiempo, como a la experiencia subjetiva de ser una madre y la forma en la que cada mujer podría asumirla. ¿Qué ecos tiene para Ud. esta formulación?

Miquel Bassols: Además del interesante equívoco, qué madres hoy y qué madre soy, que da ya el tono de lo que van a ser estas jornadas en las dos vertientes, la actualidad de la maternidad, pero también la singularidad de cada sujeto con respecto a la maternidad, encontramos en el título un término que me parece importante subrayar que es el "qué", no es un quién, es un qué, que apunta a la singularidad del objeto. Qué cosa (objeto) está en juego en las diferentes figuras y singularidades de ser madre en la actualidad, y creo que es una buena manera de abordar la cuestión, del lado del objeto y de la división que produce en el sujeto.

No es un quién es madre, Freud decía que,  a diferencia del padre que es incierto, la madre es siempre cierta;  hoy no podemos seguir sosteniendo esta idea porque ya la madre está marcada también por esa incerteza, pues el quién no es tan claro, pero con ese qué interrogamos qué cosa se pone en juego en la maternidad del lado del objeto. Se abre un abanico importante para estudiar clínicamente, desde el falo en lo simbólico, que regula la función materna, encarnando en el hijo ese falo imaginario-simbólico, hasta el otro extremo donde nos encontramos con lo que Lacan llamaba la realización del fantasma materno, donde el niño puede llegar a encarnar, en la realidad, ese fantasma. 

Tenemos entonces todas las formas en las que se simboliza el falo en el hijo, hasta las realizaciones del fantasma en ese hijo, y en esa serie de posiciones de la madre encontramos el niño como síntoma de la pareja parental, pero también todo lo que es la clínica de la psicosis cuando el niño puede venir a encarnar incluso el objeto de goce más directamente, lo que ya toca un punto que seguramente vamos a explorar más en estas jornadas de la NEL, la maternidad más allá de la ecuación niño = falo, qué hay del goce femenino en la maternidad. Eso quiere decir que esta ecuación clásica no agota el campo de la maternidad, en primer lugar, porque la verdadera ecuación, como lo señaló Lacan a propósito de un artículo de Fenichel: "La ecuación simbólica muchacha igual falo", la verdadera ecuación es niña = falo, porque si ponemos al niño en esa ecuación, le sobra su propio pene, pues para que el cuerpo sea falicizado, debe ser un cuerpo al que le falte el apéndice fálico y ahí es donde vemos que la ecuación niño = falo implica la castración, es por eso que Fenichel podía decir que la verdadera ecuación es Gran Falus, niña = falo. Entonces, la cuestión de la feminidad está supuesta en la propia ecuación simbólica de la maternidad, porque ya ahí es necesario que algo de la niña, de la feminidad, se ponga en juego de alguna manera. Es así tanto en la cuestión de la maternidad como en la propia cuestión del Nombre del Padre que vendría a regular esa función fálica en la maternidad en el Lacan clásico, el Nombre del Padre que viene a sustituir el deseo de la madre (DM) y da una significación fálica. 

Pero si entendemos que la verdadera ecuación introduce de alguna manera la feminidad, hay que decir que el propio Nombre del Padre como regulador del deseo materno, incluye ya la cuestión del goce femenino que está en juego de entrada. Qué es lo que hay en ese DM (deseo de la madre) que curiosamente Lacan no escribe con minúscula, esa D hace específico ese deseo de la madre como algo que introduce un deseo que no es fálico, sino, previo a la metáfora. Hasta tal punto es así, que si llevamos esto más allá del Lacan de la metáfora paterna de los años 50 y lo leemos desde los años 70, última parte de la enseñanza de Lacan, hay que recordar que en un breve pero interesante texto, el prólogo de El despertar de la primavera, Lacan llega a decir que el propio padre puede ser uno de los nombres de lo que él llama ahí la diosa blanca. ¿Qué es la diosa blanca? esa figura que Robert Graves estudió, es precisamente la mujer antes del patriarcado, antes de cualquier regulación fálica y Lacan llega a decir que la misma figura del padre simbólico que concentra toda la figura del patriarcado, podría ser uno de los nombres de la diosa blanca. Con ello abre una vertiente de investigación muy interesante y es que ese DM regulado en la metáfora por el Nombre del Padre, nos deja entrever esa línea que Lacan pescó en Robert Graves como la diosa blanca. En efecto, esa figura encarna un goce Otro, incluye en el deseo materno aquello que hay de la mujer y del goce femenino no regulado por el falo, que de alguna manera está ya presente en la elaboración de Lacan de la metáfora paterna. Podríamos leer entonces esa D como una demanda primera, la demanda que siempre hay en la mujer en relación al goce.

G.G.: ¿Podría compartirnos alguna(s) vicisitudes, que como analista ha tenido que abordar en casos de mujeres que se enfrentan a la experiencia de la maternidad?

M.B.: En efecto sabemos que es un momento importante en los análisis cuando aparece el deseo de ser madre y cuando hay un efecto del pasaje al acto, el embarazo y lo que esto implica para cada mujer, momento tanto de asunción del deseo materno como del embarazo y el parto, entre otras cosas, porque eso toca de manera radical el cuerpo de la mujer y por tanto la relación de ella con el goce de dicho cuerpo. A los hombres también puede ocurrirles una experiencia en el cuerpo por el embarazo de la mujer, pero sin duda es algo completamente distinto. La relación de una mujer con su cuerpo en el momento del embarazo es algo que tiene su especificidad propia y que habría que investigar en cada caso. Diría que lo más importante con lo que nos encontramos en la práctica analítica son los efectos de la ciencia sobre el cuerpo, sobre las nuevas formas de procreación y sobre lo simbólico que hace posible ese acto de la maternidad. 

Lo simbólico ya no es lo que era, como decíamos en un congreso de la AMP de hace unos años, tampoco la experiencia subjetiva es igual a partir del momento en que la ciencia interviene en lo real y en lo simbólico de múltiples formas y aunque sólo sea en el marco del fantasma, ya eso tiene consecuencias. Por el sólo hecho de que la mujer pueda imaginar formas de procreación donde no interviene el hombre directamente ya se modifica de entrada la experiencia misma de la maternidad como tal. La procreación sin necesidad de los oficios paternos ha intervenido y está ya al orden del día; en todos los casos que escucho, aunque eso no se ponga en acto, esa misma posibilidad ya modifica la experiencia de la mujer y es algo que escuchamos en muchos casos como una especie de autogestión de la maternidad, donde se toma como partenaire a la ciencia y eso toca la estructura del propio vínculo familiar para transformar las familias. 

Hemos estudiado esto también en jornadas de las Escuelas y en el ENAPOL y es cierto que lo escuchamos en los casos uno por uno, cómo las familias se transforman a partir de esas nuevas formas de la maternidad. Como un primer efecto de eso, que va a la par de lo que hemos estudiado como el declive de la función paterna, declive pero también transformación, vemos ahora que la paternidad se juega de maneras muy distintas a partir de esta nueva incidencia de la ciencia. Quien ha estudiado muy bien esto es nuestro colega François Ansermet, que ha escrito un libro sobre las nuevas formas de maternidad y de estructura familiar a partir de la incidencia de la ciencia en esta cuestión.

G.G.: Uno de los ejes clínicos lo constituye el de ¿locura materna? Le pido que nos comente, desde su perspectiva, ¿en que podría consistir es locura? ¿Sería una expresión del goce femenino, desregulado?, ¿o constituiría más bien una locura fálica?

M.B. Me parece muy bien planteada la cuestión, porque desde el momento que partimos de la última parte de la enseñanza de Lacan del Todos somos locos, que ha dado lugar a un libro con ese título de J.-A. Miller, a partir de que nos planteamos esa orientación, eso parece imponerse como un axioma, el todos somos locos. Pero también debemos interrogar ese todos desde el lado de la lógica femenina del No-todo, que plantea cada vez su objeción a un universal, incluso a ese del todos somos locos. Todos somos locos pero uno por uno hay locuras muy distintas y sí, podemos decir que hay una locura, la locura fálica, que también es un caso que podemos añadir a la serie. Se puede estar loco por un tsunami de la función fálica, ¿qué hay más loco, podríamos preguntarnos, que la madre que hace pareja única con su hijo tomándolo como realización de su deseo fálico? Es una locura muy normal, muy bien admitida incluso por la subjetividad de nuestra época, pero es una locura igualmente, la madre tomando al hijo como función fálica, como realización de su deseo fálico. Creo que convendría seguir aquí el hilo abierto por Lacan ya en sus textos de los años 50 y 60, especialmente de un texto que habrá que interrogar para estas Jornadas de la NEL, Ideas directivas para un congreso sobre la sexualidad femenina, donde habla de "la función equívoca de la fase fálica en los dos sexos", es una frase que está en los Escritos página 708 de la edición en español. Esta función equívoca plantea, más adelante en Lacan, una disyunción interna en el campo propio del goce fálico, que hace también a ese goce fálico, tributario del goce del Otro, del goce femenino si existiera, como dice Lacan en los años 70. 

Creo que es muy importante salir de una cierta esquematización que se ha hecho a veces de goce fálico por un lado, goce del Otro por el otro, como dos campos disjuntos. Incluso en la psicosis donde el falo está indexado como sub cero, donde no hay función fálica, incluso ahí, debemos plantearnos la disyunción interna propia del campo del goce y salir de esa dicotomía disjunta entre goce fálico y goce del Otro, para mostrar que el propio campo del goce está dividido en su interior por el hecho de ese goce más allá del falo, y pienso que es justamente en la cuestión de la maternidad donde eso se pone en juego. El hijo no está sólo atrapado en la función fálica, sino, que está también como un objeto, como un cuerpo que se vincula con el lado más pulsional, del goce no regulado por el falo en la madre y de eso vemos testimonios. Eso quiere decir que en la función fálica está incluido ya algo de aquello que llamamos el goce del Otro, o el Otro goce o el sexo como Otro, la sexualidad como alteridad como dice Lacan en ese mismo texto sobre la sexualidad femenina. 

Añadamos a eso que el actual empuje a borrar la diferencia de los sexos, lo que ocurre también multiplicándolos en toda la serie de formas de género que se puedan inventar, ese empuje a borrar la diferencia de los sexos, va en el sentido de hacer de esta función equívoca de la fase fálica en los dos sexos, un juego más en la mascarada de los sexos, es decir, que la nueva forma que hay de negar la diferencia de los sexos es multiplicarlos. Lacan insiste, no hay más que dos, dos sexos, puede parecer muy bíblica la cuestión, Dios los hizo hombre y mujer, lo que no es verdad porque luego  hay que hacerse hombre y hay que hacerse mujer, pero en todo caso hay que hacerse hombre o mujer siguiendo la dualidad de los sexos y como decía, para Lacan no hay más que dos, ellos y juega con ese deux, dos pero también d´eux "de ellos", es decir, que la diferencia sexual que no está escrita en el inconsciente como decía Freud, sí que parece irreductible en el teatro de los sexos, de modo que nos encontramos de nuevo con la lógica fálica y la lógica del goce del Otro, como irreductible siempre que se plantee la relación con el sexo. 

Podemos volcar esta problemática ahora a la cuestión de la maternidad, porque en efecto, hay una cierta mascarada de los sexos en la maternidad también, lo estamos viendo últimamente con la cuestión del transgénero, cada vez a la consulta acuden más padres que vienen angustiados porque el hijo puede ser un transgénero y piensan que en su función de padre y de madre se pone en cuestión lo que entendían por las identificaciones clásicas, cuando aparece algo en el niño o en la niña que no se adecúa a esa función fálica y que hace presente algo de lo que se llama ahora el transgénero, incluso he visto padres que vienen ya con ese diagnóstico bajo el brazo "mi hijo es un transgénero, ¿qué hago con eso?". Un episodio más de la mascarada de los sexos, pero puesta ahora en la paternidad y la maternidad, los hijos o las hijas entran a formar parte de la mascarada de los sexos en la relación con los padres también y no es simple porque hay muchos elementos en lo simbólico actual que alimentan ese juego de las identidades de género y que plantean a los padres nuevas preguntas que no estaban antes, en todo caso el hijo o la hija podía ser homosexual o bisexual, pero ahora ya no es así, ahora puede haber un montón de identidades, de posibilidades, algo que atraviesa la lógica de los géneros, pero que no deja de funcionar en la lógica de los dos sexos, masculino y femenino. Esto plantea nuevas locuras, estamos ante una nueva clínica donde la ciencia introduce la posibilidad de modificar el cuerpo de unas maneras que antes no eran pensables y eso, además de que realmente ocurre llevándose al acto, modifica todo el marco fantasmático en el cual se mueve la maternidad.

G.G.: Los cuatro ejes clínicos, y de forma particular los tres primeros (deseo de madre/deseo de mujer; estrago materno; y ¿locura materna? se interceptan al punto que no se puede trazar una línea divisoria entre ellos, teniendo en cuenta esta dificultad, ¿Qué destacaría como lo más propio de la locura materna? ¿El núcleo sobre el cual debe girar su investigación?

M.B.: Justamente como es una investigación que debemos llevar a cabo no tenemos respuestas hechas, pero sí tenemos orientaciones, en Lacan mismo vemos cuando aborda esa cuestión de la maternidad hasta el límite de la locura, y tenemos una figura que él introdujo y que se ha elaborado ya pero que hay que seguir elaborando, que es la figura de Medea, ¿queremos una figura más loca que la madre Medea como tal? En cada madre hay una Medea como verdadera mujer si seguimos la lógica de lo que decíamos antes, que la cuestión de la feminidad, de la sexualidad femenina y del goce Otro, está incluida en la maternidad siempre, de una forma o de otra, más o menos escondida, más o menos ignorada, que Lacan puso de relieve al introducir algo que nos puede parecer muy inasumible, incluso reprobable moralmente, que es el deseo de muerte como inherente al deseo femenino. Eso está ya en el texto sobre la sexualidad femenina en una página cercana a la que antes he citado cuando Lacan habla del hombre muerto o el amante castrado, incluso los dos en uno, tomándolo como el verdadero partenaire del goce femenino y tenemos en efecto, en Medea, la figura límite de eso que encuentra la castración del hombre en la muerte de sus propios hijos. Podemos pensar que es una figura límite, sí, lo es, es una figura trágica, pero Lacan la introduce para hacer aparecer el hecho de que hay siempre un deseo de muerte, a veces reconocido con horror por la propia madre; lo escuchamos en ocasiones en los análisis cuando aparece esta dimensión que es muy difícil de tratar, porque repugna a la imagen más materna y armónica que pudiéramos tener, toca al punto más real y más inasumible de la maternidad, con consecuencias muy serias para la madre, para el hijo y para el hombre también. 

Creo que debemos empezar a escuchar esto muy atentamente en la actualidad de la extensión del islamismo que ya no es un islamismo que está al otro lado del mundo, sino, presente en la clínica misma donde hay sujetos que vienen con esa tradición donde la referencia al Dios padre está del todo ausente y lo que está en primer plano es la referencia al Uno del goce, como algo que pasa de la función clásica del Nombre del Padre, tenemos ahí la presencia cada vez más clara de la pulsión de muerte, en la extensión de esa forma del islamismo, porque hay varias, pero esa es la que se nos hace ahora más presente. Al respecto, me parece de gran interés estudiar los testimonios que tenemos de esta figura de la madre, cada vez más actual, yo he encontrado estos testimonios en un libro muy interesante titulado En el vientre de la Yihad subtitulado El testimonio de las madres de yihadistas, es un libro de una periodista que se llama Alexandra Gil, publicado en 2017; leyéndolo me hizo pensar en muchas de las cuestiones que estamos ahora tratando. Hay ahí muchos testimonios, sobre todo de madres de adolescentes yihadistas, sólo hay el testimonio de un padre que se ve que está absurdamente fuera del juego y que sólo puede hacer una cosa, remitirse al testimonio materno, es decir, que es el discurso de la madre el que prima, el que está en el centro de gravedad de toda la problemática y se dicen cosas muy interesantes, como por ejemplo, que en el Islam la madre es lo más sagrado. También es cierto que la virgen María en el cristianismo es muy sagrada, pero de una manera totalmente distinta, porque la madre del islam no está tocada por el Nombre del Padre en absoluto, se dice que el paraíso está en los pies de la madre. Esa madre es algo que hay que estudiar porque ahora está traspasando los límites del islamismo y creo que dice algo de ese núcleo reprimido de la madre al que nos hemos referido. 

Es también la madre que encontramos al final del texto de Lacan de Kant con Sade, esa madre vista bajo la consigna "no quieras tocar a la madre", sagrada pero más allá del Nombre del Padre, y es allí donde dice Lacan que encontramos la sumisión de Sade a la ley, la ley de esa madre que sigue estando prohibida bajo todos los velos del fantasma y esa ley puede ser tan terrible como la que constatamos en estos testimonios a los que me refería. Una madre que por un lado no duda en confrontarse a la muerte del hijo como tal, hay algo de eso en varias culturas. El otro día evocaba esto con mis amigos vascos, pero también ocurre en Cataluña y ocurre en Galicia, en todas partes, alguien se refería a esa escena de los San Fermines de Pamplona, de las madres en los balcones viendo correr a sus hijos delante del toro y animándolos a ese gesto "heroico" en el que puede ser corneado en cualquier momento y ahí, no es ningún secreto ver el goce de las madres. Podemos dejarlo de lado y decir "eso no es la madre", eso repugna, pero también es cierto que eso está cada vez más presente en el mundo y que los analistas debemos saber interrogar esa figura que contiene un goce que no se adecúa a los paraísos fálicos que alimentan ciertas formas ideológicas actuales de la figura de la madre como divinizada. Bien, este es el panorama que se nos abre como temática para las próximas Jornadas de la NEL que ya en su título, con el equívoco, nos dan la figura misma de la maternidad. Ser madre hoy es equívoco, no es algo transparente, nunca lo ha sido, pero hoy mucho menos.

G.G.: Agradecemos a Miquel Bassols la disposición para conceder un tiempo y referirse al tema de nuestras próximas Jornadas, así como las vertientes de trabajo que nos deja señaladas.

 


 



Recorridos


NEL-Bogotá


 



Videoconferencia: 
Madres tóxicas? Cuando los dichos maternos nos angustian.
Por: Camilo Ramírez. Miembro de la ECF 

 

 

Hacer clic para ver la conferencia: 


http://x.jornadasnel.com/template.php?file=Textos-Videos-y-Entrevistas/Videos/Madres-toxicas-Cuando-los-dichos-maternos-nos-angustian.html

 



A la letra




 

"Madre hay una sola"
Por: Susana Dicker. Miembro NEL-Guatemala


(…) si el niño llega a aprehender que "pater semper incertus est, mientras que la madre es "certissima" , la novela familiar experimenta una curiosa limitación, a saber: se conforma con enaltecer al padre no poniendo ya en duda la descendencia de la madre, considerada inmodificable."
La novela familiar de los neuróticos, 1908 Amorrortu Editores, Tomo IX

¿Hay alguna expresión que sea más universal que ésta, que tenga el consentimiento en todos los idiomas, que no falte en las baladas, en las canciones melancólicas, en el folklore, en el tango? ¿A quién no se le escapó alguna vez un "madre hay una sola"? ¿O participó de chistes sobre la madre judía, la madre italiana, la madre latina?

Cuando Freud pensó en sus neuróticos y en la novela familiar que soporta a cada uno, no dudó en afirmar la condición de "certíssima" de la madre y sus efectos en la vida amorosa y en los síntomas, en la consistencia fantasmática que los modela.

Pero con Lacan podemos llegar hasta el estremecimiento cuando nos acercamos a las derivaciones que puede tener la idea: "madre hay una sola" y las consecuencias a nivel del sujeto. Y es con Miller que actualizamos hasta dónde pudo llegar Lacan con ello cuando, en su seminario "La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica", nos dice: "La madre, que es el objeto por excelencia, protegida por la barrera del Edipo, ocupa el lugar de das Ding". La madre de Juanito, la madre de Gide, la madre de Wolfson… ejemplos de esa incidencia y sus efectos en las diferentes estructuras clínicas, que testimonian del hecho de que "si el goce materno no ha sido prohibido para el niño varón, toda su vida quedará envuelto dentro de este goce".

Y qué decir de "la madre del estrago", la del deseo materno insaciable, la que se inscribe como Otro omnipotente de la demanda y de sus marcas en las anoréxicas y bulímicas, en las llamadas "toxicomanías" y en aquellos otros que hacen de la relación amorosa un estrago…

Para el psicoanálisis de la orientación lacaniana "…lo verdadero, en el sentido de Lacan, en una mujer, se mide por su distancia subjetiva de la posición de La madre, porque ser una madre, ser la madre de sus hijos, es para una mujer hacerse existir como La. Hacerse existir como La madre es hacerse existir como La mujer en tanto que tiene".

Pero si el psicoanálisis no descuida esta distancia, tampoco desconoce la condición femenina detrás de la maternidad. Es decir, que no podemos pensar a la madre como desexualizada. Y aunque no nos mantengamos en la confusión freudiana entre madre y mujer, la maternidad no implica que lo fálico ligado a ella esté desprendido de su experiencia sexual. Hay allí lo libidinal que orienta un camino.

De allí que la posición "maternal" de la mujer vaya más allá de tener hijos o no. Lacan lo dice en "Aún" (p 47): "…la mujer no será nunca tomada sino que ad matrem (…) no entra en función en la relación sexual sino como madre". Más aún, con sus fórmulas de la sexuación busca demostrar que "para este goce de ser no-toda, es decir, que la hace en alguna parte ausente de sí misma, ausente en tanto sujeto, la mujer encontrará el tapón de ese a que será su hijo".

Ya Freud encuentra que, en la equivalencia niño= falo como ecuación simbólica, una mujer puede salir del Edipo en una posición estabilizadora que le permite también otras sustituciones: hijos, proyectos y realizaciones, hasta un partener sexual. Pero una cosa es reconocer la estabilidad de esta posición y otra es pensar que hay allí lo propiamente femenino. De allí que Miller insista en que "la madre sólo es suficientemente buena si no lo es demasiado. Sólo lo es a condición de que los cuidados que prodiga al niño no la disuadan de desear como mujer". Por ello es esencial que pueda desear más allá del hijo. Es la posibilidad de inscribirse como no-toda pero también de inscribir al niño como no-todo.  Posibilidad, para ambos, de mantenerse a distancia de la angustia. Y es que, si hay alguna perversión que podemos llamar "normal" en la mujer, es lo que se llama amor materno. De allí que nos preguntemos con Bassols si cuando hablamos de amor materno estamos en el terreno del DM (deseo materno con mayúsculas), allí donde el goce femenino "hunde raíces de este deseo materno en un campo que está siempre más allá o más acá del goce fálico".

Entonces, "madre hay una sola" no hace serie mientras las mujeres, una por una, sí. Depende de las vicisitudes del goce femenino y las posibilidades de una mujer de hacer con él. Esto nos pone de cara a una oposición entre la mujer como sujeto deseante y la mujer en tanto Otro absoluto, pues la madre, como madre, no es Otra, hétera.

El psicoanálisis nos enseñó a reconocer las dos caras, la del deseo y la del goce, en los avatares del deseo y el amor en el juego inconsciente-pulsión. Y por ello quizás me permitan una licencia, cuando se trata de abordar la cuestión de la madre como "sólo una", venerada en las canciones y en los poemas, en las tradiciones y el folklore. La licencia de haber iniciado con la madre como das Ding, y terminar citando a la Diosa blanca de Robert Graves, esa Diosa suprema de las culturas matriarcales, ante la cual los dioses masculinos sólo pueden ser sus hijos, sus consortes o las víctimas para el sacrificio.


Referencias

Freud, S.: "La novela familiar del neurótico" en Obras completas, Amorrortu, 1993

Lacan, J.: El Seminario, libro XX, Aún, Paidós, Barcelona, 1981

Lacan, J.: El Seminario, libro IV, La relación de objeto, Paidós, Barcelona, 1994 

Miller, J.- A.: La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica, Paidós, Argentina, 2003

Miller, J.-A.: De mujeres y semblantes, Cuadernos del Pasador, Argentina, 1993

Miller, J.-A.: El niño entre la mujer y la madre, Virtualia # 13, junio/julio 2005

Barros, M.: La condición femenina, Grama, Buenos Aires, 2011 
 


DialogArte

Cuando la madre duele
Por: Mª de los Ángeles Morana, asociada NEL Cali                                                                                                                                                        

Para Freud el sufrimiento procedente de la relación con el otro puede ser el más doloroso. Es preciso extraer de La Madre, suerte de diosa  Abundia en el discurso, una mujer y una madre, para que el resto insatisfecho en la demanda de amor abra puerta al deseo, y perturbar el dolor psíquico adosado a una demanda que se torna infinita en espera de lo que no llegó.

En su biografía, Sidonie Csillag nombre supuesto de la joven que Freud recibió en 1919, describe el sufrir que itera al extender su mano hacia el objeto sin que su llama encuentre en la otra orilla la falta del Otro que se enciende. Hace "todo" por halagar la  madre que sólo quiere a sus hermanos: si están "sus muchachos" ella "no existe más". 

Dice Freud: "dura" con la hija, "tierna en demasía" con los hijos, joven aún, "no había todavía renunciado a gustar"y la hija: "esa mujer que entregó todo por su fachada de porte y de belleza" ya anciana, quería pasear sola  hacia su cita con un admirador imaginario. Le prohibía acompañarla pues "en su demencia la seguía considerando una rival". 

Años atrás le impidió conversar con el padre y estando en Semmering la negó para parecer joven, ante un hombre que le hizo un cumplido. Con esa "puntada en el corazón", vagará por el bosque muchos días, para no ver "esa horrible mujer" que "rechaza sistemáticamente lo femenino" y "siempre se pone los pantalones" ante el padre. Padre idealizado, complaciente con ella, severo pero cariñoso en el fondo con la hija (Freud), que ante su muerte repentina experimenta que "su corazón cae en un abismo sin fin".

No encuentra en ella misma protección que sustituya la mano protectora que se fue. Ni la madre derrumbada al darle la noticia, ni su adiós en la frontera franco alemana, cuando atemorizada dijo "Que Dios te proteja, hija mía", "siempre has sido tan buena conmigo", pasando la mano leve por su mejilla; atenuarán "la vieja llaga del no-ser-amada, con su extremo dolor". Sólo al caer la tierra sobre su tumba, se bosquejó un alivio para la pena "del-no-ser-importante" que quizá Emma se llevaría consigo. 

Luego que Freud ocupado del padre "toma la iniciativa de dejarla" Sidonie da la espalda a la metáfora de un viaje incierto: la travesía del análisis. Nonagenaria, viaja en su testimonio por sus recuerdos buscándose un lugar. Desinflar el Otro materno embrollado a su vez con el cuerpo, la relación sexual que no hay y las escorias del discurso familiar, le hubiese permitido aceptar "que las personas que amamos no siempre nos amen, o que no nos amen como nos gustaría"
 


 


Acompañamiento musical
 



 

"Estaba la Madre dolorosa" es el primer verso de este himno en latin que ha atravesado siglos de historia por su potente lirismo y conmovedora musicalidad. La embriaguez del dolor clavado como una espada es exaltado por el poeta y por los diferentes compositores que lo volvieron música. Aunque ha sido traducido a otros idiomas, el latin sigue siendo la lengua única que más se acerca a esa excelsa y penetrante dulzura de un dolor innombrable.

La devoción al dolor es delicada y apasionadamente envuelta y transmitida por los diferentes tratamientos melódicos que compositores de la talla de Josquin des Prés, Palestrina, Pergolesi, Vivaldi y Hayden, entre otros, han realizado. También es de destacar que compositores más contemporáneos hayan sucumbido a su encantamiento produciendo conmocionantes versiones en las que se destaca el tratamiento de las cuerdas y la voz, como las de Antonin Dvorák y Arvo Pärt.

Agradecemos a José Fernando Velásquez, quien nos hace llegar este exquisito material melódico para que hable por sí mismo. Les invitamos a dejarse tocar primero por la música, para luego enlazarse a los textos con las resonancias que su comentario suscitará. Gladys Martínez

 



Stabat Mater
Por José Fernando Velázquez, NEL Medellín 

En la preparación de las jornadas locales hemos trabajado sobre el Stabat Mater, un cántico que hace referencia a la figura de la dolorosa que tiene amplias repercusiones en la religión y que desde el punto de vista psíquico tiene una potencia identificatoria muy fuerte.  

La madre, fuente de amor, pero ahora dolorosa, con el pecho atravesado por un puñal, es una representación que a cualquier ser humano debería conmover, según dice su letra, y es una representación que moviliza una identificación a la que el sujeto queda comprometido: "hazme socio de tu pasión, que me quede con tus llagas, que la cruz me embriague".  El sacrificio materno crea una condición de deuda impagable. 




https://youtu.be/kTi5EX79Yu8

(Para conocer más acerca de la historia de este himno se recomienda visitar la página: http://ec.aciprensa.com/wiki/Stabat_Mater)

 

 

Estaba la Madre dolorosa

junto a la Cruz llorosa

en que pendía su Hijo.

Su alma gimiente,

contristada y doliente

atravesó la espada.

(..)

Languidecía y se dolía

la piadosa Madre que veía

las penas de su excelso Hijo.

¿Qué hombre no lloraría

si a la Madre de Cristo viera

en tanto suplicio?

¿Quién no se entristecería

a la Madre contemplando

a su doliente Hijo?

(...)
Ea, Madre, fuente de amor,

házme sentir tu dolor

contigo quiero llorar.

(...)
Déjame llorar contigo

condolerme por tu Hijo

mientras yo esté vivo.

(...)

déjame llorar contigo.

(...)

házme socio de su Pasión,

haz que me quede con sus llagas.

Haz que me hieran sus llagas

haz que con la Cruz me embriague

y con la Sangre de tu Hijo.

(...)



 


 

Nueva Escuela Lacaniana del Campo Freudiano
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